Las campanas tocan solas
José María Pérez Lozano
A modo de presentación
José María Pérez Lozano amaba el cine y la prensa. Conocía su enorme capacidad y sus riesgos. Compuso, incluso, una Oración por el cine. Sabía que el arte de la pantalla, como todo lo humano, estaba lleno de posibilidades de bien o de emboscadas de placeres engañosos, de destellos de luz o de un triste matrimonio con las tinieblas…
Por eso José María Pérez Lozano habría entrado, con prudencia pero sin miedos, en el mundo inmenso y paradójico de internet. Sonreirá desde el cielo al ver cómo una de sus primeras obras, Las campanas tocan solas, penetra en el mundo de la computación y las redes de informática.
Tiberio, el protagonista de nuestra novela, encierra un gran misterio. ¿Muchacho o ángel? Tiberio es un poco las dos cosas. Es un misterio con una misión, un rayo de luz en un mundo que olvida lo importante, una flecha que nos recuerda el Amor de Dios a todos, especialmente a los humildes, a los sencillos, a los locos, a los pecadores… Su historia sirve para cantar la locura de un Dios que quiso hacerse hombre, que buscó a la oveja perdida, que nos hizo eternos aunque muchas veces nos preocupamos demasiado por lo inmediato y pasajero.
Gracias a quienes han participado en la preparación de esta edición electrónica: José Miguel Loera, Oscar Galindo, Rodrigo Ramírez, Vicente Yanes y Rodrigo Saucedo.
Gracias, de modo especial, a la familia de José María Pérez Lozano, especialmente a Pablo José Pérez Minnocci, por el permiso que nos han dado de publicar esta obra en el mundo digital.
Internet deja un espacio a la pluma de un escritor enamorado del hombre. Con su protagonista, Tiberio, algún corazón podrá volar, libre de ataduras inútiles, hacia el Silencio, hacia el encuentro eterno con el Padre de los cielos.
P. Fernando Pascual, L.C., 3 de febrero de 2004 (este año las cigüeñas llegaron a España antes del día de san Blas).
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