¿Quieres ser mi padrino?
María de Guadalupe Salinas Tostado
Mi compromiso como padrino
En algunos lugares, por tradición popular, cuando se va a bautizar a un niño se invitan padrinos[1] de pastel, fotografía u otras cosas para ayudar económicamente a que esta celebración pueda ser más festiva; pero, ¿quién es realmente el padrino de Bautismo? ¿Cuál es su compromiso de fe?
Para poder entender tu compromiso como padrino, necesitas primero entender ¿Qué es el Bautismo? ¿Qué significa que hayas sido bautizado?
Padrino, el Bautismo, como todos los sacramentos, es una fiesta. La fiesta del amor de Dios que sale a buscar a cada persona y ésta se deja encontrar por él. Jesús fue enviado por el Padre para manifestar a los hombres el amor y la vida divina. A través del Bautismo tu existencia fue unida a la de Cristo; fuiste sepultado en su muerte y renaciste a una nueva vida por su Resurrección, para formar parte del nuevo pueblo de Dios, la Iglesia. Tus pecados fueron perdonados. Por medio de la gracia del Espíritu Santo que recibiste en el Bautismo, que te hizo hijo de Dios, puedes dar una mejor respuesta de fe al Evangelio de Jesús. Como bautizado se te llama a llevar tu vida, siguiendo el ejemplo de Jesús que vivió en servicio a los demás, movido por el amor al Padre[2].
Ahora bien, ¿de dónde viene la figura del padrino? ¿Por qué existen los padrinos? La Iglesia siempre ha otorgado gran importancia a la figura del padrino, mentor o fiador. En los primeros siglos de la Iglesia, cuando los bautizados eran casi todos adultos convertidos, era necesario conseguir un cristiano, un fiador, que diera testimonio a la comunidad de la sinceridad del candidato, y para proteger a la Iglesia de la infiltración de paganos o de aquellos que desearan dañarla y así asegurar la validez de cualquiera que deseara entrar. Desde el siglo III, Tertuliano menciona la costumbre de asignar un padrino a los que iban a recibir el Bautismo; éste respondería por el bautizado y lo presentaba a la comunidad como candidato. Cooperaba en su instrucción, le ayudaba a sumergirse en la piscina, lo recibía de manos del obispo cuando salía de las aguas bautismales y velaba por su perseverancia después del Bautismo. Los niños huérfanos y los hijos de esclavos necesitaban un padrino[3].
En la actualidad, no se admite al Bautismo sin un padrino, tomado de entre los miembros de la comunidad cristiana. Este padrino, en el caso de los adultos, le ayudará, al menos en la última fase de preparación al sacramento, y, después, contribuirá a su perseverancia en la fe y la vida cristiana. Por el Bautismo se forma entre el padrino y el bautizado una relación de paternidad y filiación que no se permite casarse entre ellos.
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