Los Siete Sacramentos
P. Hugo Estrada
Siete manantiales
En el Bautismo, el individuo es “hundido” en los méritos de Jesús, y muere al hombre puramente carnal para resucitar siendo un hombre espiritual.
En la Confirmación, el cristiano recibe el Espíritu de Jesús y es equipado para ser su testigo en el mundo.
En el sacramento de la Reconciliación, volvemos a sentir a Jesús, que a través de sus representantes -los sacerdotes- nos vuelve a decir como al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”; o como a la mujer adúltera: “Vete y no vuelvas a pecar”.
En la Eucaristía, somos invitados a la Cena del Señor para recordar y actualizar la muerte y resurrección del Señor. Por eso San Pablo escribe: “Cuantas veces comemos este pan y bebemos este cáliz, proclamamos la muerte del Señor hasta que vuelva” (1Co 11,26).
En la Unción de los enfermos, es Jesús -buen samaritano-, representado por el presbítero, que llega junto al que se encuentra caído y doblado por el dolor y la enfermedad.
En el sacramento del Matrimonio, es Jesús quien vuelve a citar las palabras del Génesis: “Dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne” (Gn 2,24). Es el mismo Jesús que ratifica el mutuo consentimiento de los novios, y repite: “Que no separe el hombre lo que Dios ha unido” (Mt 19,6).
En el Orden Sacerdotal, es Jesús que, de entre el gran número de discípulos, vuelve a llamar a unos individuos para enviarlos de “manera especial”, para trabajar por la difusión de su reino. A ellos les vuelve a repetir: “Hagan esto en memoria mía” (Lc 22,19). “A quienes ustedes les perdonen los pecados, les quedan perdonados, y a quienes se los retengan les quedan retenidos” (Jn 20,23). “Vayan, a las gentes de todas las naciones y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que Yo les he mandado” (Mt 28, 19-20).
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!