Teófilo Cabestrero
INTRODUCCIÓN
La pregunta que da título a este libro, ¿A qué Jesús seguimos?, proviene del cuestionamiento que hizo Jesús a sus primeros discípulos cuando les preguntó: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”; es decir, “¿quién soy yo para vosotros?” o “¿qué imagen tenéis vosotros de mí?”. Esta interpelación del Maestro a sus discípulos, la relatan los tres evangelios sinópticos en un momento crucial de la vida de Jesús (Mc 8,27-33; Mt 16,13-20; Lc 9,18-22).
Jesús de Nazaret vivió expuesto a que sus contemporáneos y hasta sus discípulos no lo conocieran bien y se hicieran de él imágenes dispares y hasta falsas, desfigura-doras de su identidad y de su misión. Por eso indagó Jesús a sus discípulos en el momento preciso, y comprobó que ellos, al igual que mucha gente, lo veían desde las expectativas mesiánicas de las ideas religiosas y políticas dominantes entonces en su mundo sociorreligioso. Esperaban a un Mesías diferente de Jesús, y no comprendían la Buena Nueva de Jesús, ni la conducta profética con que Jesús mostraba la llegada del Reinado de su Dios Abbá.
Y si la novedad de Jesús y del Reinado de su Dios sorprendió y desconcertó entonces incluso a sus discípulos, después de la muerte de Jesús hasta hoy, con la expansión del cristianismo, la proliferación de las Iglesias y la multiplicación de las doctrinas y las devociones, se han multiplicado enormemente las imágenes de Jesús de todo tipo, teológicas, devocionales y figurativas, auditivas y literarias, visuales y afectivas.
Las informaciones, especulaciones e imágenes sobre Jesús transmitidas de generación en generación por las Iglesias y las artes en nuestras sociedades, se han venido diversificando y difundiendo sin cesar por todos los medios de comunicación. Desde los testimonios pospascuales de los primeros discípulos en los evangelios, hasta las teologías y espiritualidades de todos los tiempos, con divulgaciones en toda suerte de pinturas y esculturas, afiches, láminas y estampas, ficciones literarias y creaciones musicales, teatrales y cinematográficas.
Nuestra humana condición nos expone a todos siempre a un doble riesgo en el arte de conocer y relacionarnos con “otra” persona, también con la persona de Jesús. El riesgo de las informaciones inexactas y las imágenes deformantes; y el riesgo de “imaginarnos” a la “otra” persona, no como es, sino como nos conviene y deseamos que sea. Los peligros de las imágenes falsas.