Abba Padre
Diego Jaramillo Cuartas
Al comenzar…
Estas páginas quieren invitarlo a adorar a Dios y agradecerle rendidamente sus bondades.
¿Cuál puede ser la causa de este afán? Quisiera responder con san Pablo: “Está escrito: Creí, por eso hablé’’”(2 Cor 4, 13). También yo creo y por eso hablo y por eso escribo, aunque con frecuencia lo hago temblando.
Hablo porque me entusiasma hablar de Dios. Tiemblo ante la posibilidad de adulterar la Palabra de Dios. Temo darle un sentido distinto al que le dieron el Señor, los profetas, los apóstoles.
Quisiera predicarles y quisiera predicarme a mí mismo: mi anhelo es que estas palabras sean sólo el vehículo para que en sus oídos y en sus corazones resuene la voz del Señor, sin olvidar que también los escritores y predicadores necesitamos escuchar y meditar esa Palabra salvadora.
Ese tesoro que se nos entrega, la Palabra de Vida, lo llevamos como en vasos de barro (cf 2 Cor 4, 7): en un cuerpo sometido al dolor, en un ser oprimido por el pecado. Pero mi deseo es que, mientras el tiempo pasa y la vida declina, nuestros espíritus se vayan renovando.
Es lo mismo que Pablo dice a los corintios, en el capítulo cuarto de la segunda carta que escribió. Y es lo que en estas letras yo quisiera expresarles: que, hechos siervos de todos los hombres por amor a Jesucristo, no podemos callar las bondades del Dios que hizo brillar la luz en nuestros corazones.
Señor, que en estas páginas podamos proclamar con entusiasmo tu mensaje y que, al leer estas líneas, muchos hombres piensen en Ti y te amen.
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