Martin Leitgöb
PRÓLOGO
El libro que aquí presentamos, ya publicado en alemán y en portugués, aparece ahora en traducción española en el marco del Jubileo de la Misericordia. Este año santo jubilar (2015-2016), convocado por el papa Francisco, quiere traer nuevamente a la memoria la importancia de la misericordia como regalo de Dios al igual que como actitud fundamental cristiana. La Iglesia tiene en su historia un gran número de personalidades que se han ocupado ejemplarmente del tema de la misericordia. No solamente lo han enseñado y predicado, sino que sobre todo lo han vivido e interpretado con su vida. Puesto que ellos mismos se sentían objeto del don sobreabundante de la misericordia de Dios, llegaron a ser misioneros de la misericordia y, según el modelo de Jesús, curaron a muchas personas interiormente heridas, sea mediante palabras y acciones de bondad, mediante una mirada de benevolencia o mediante una escucha atenta.
Vivieron como el buen pastor del Evangelio, que deja a las noventa y nueve ovejas para buscar a la que se ha perdido o extraviado. Su corazón estuvo impregnado del amor del Padre misericordioso, que espera al hijo pródigo con anhelo y lo abraza sin recriminaciones a su regreso. San Alfonso María de Ligorio (1696-1787) fue uno de esos misioneros de la misericordia. En 1871, este gran sacerdote del sur de Italia —a quien la congregación de los redentoristas venera como fundador— fue proclamado doctor de la Iglesia. El título le fue conferido, en ese entonces, por sus obras de teología moral, las cuales, sin embargo, hoy carecen casi de toda relevancia, por lo menos en lo tocante a su forma casuística. Por el contrario, sí son relevantes sus numerosas obras espirituales, su modelo de vida como sacerdote y fundador, así como su actitud fundamental misionera, que lo convirtió en un importante e influyente colaborador en el reino de Dios.
Alfonso María de Ligorio desarrolló sus actividades pastorales desde la fuerza de su relación con el Dios trino, pero sobre todo con Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, el Redentor. Como vivía hondamente inserto en los misterios de la fe cristiana podía estar también más cerca de las dificultades de los hombres que muchos de sus contemporáneos. Este libro lo describe, por eso, como «maestro de la oración y de la misericordia». Quiera Dios que constituya una aportación para que el ejemplo de este importante santo resulte fecundo también en nuestro tiempo para gloria de Dios y salvación de los hombres.
P. Martin Leitgöb C. SS. R.
Praga