Martín Valverde y Elizabeth Watson
PRÓLOGO
Es una bendición contar con un amigo. Doble bendición cuando tienes por amigos a un hombre y una mujer que forman una bella pareja. Si esa pareja y esa amistad están selladas en el Señor Jesús, bendición triple. Así siento la amistad que he compartido con Martín y Lizzy desde hace muchos años. En nombre de esta amistad he aceptado con mucho gusto decir una palabra a modo de prólogo del presente libro.
La primera cosa que quiero decir es que el libro que tienes en tus manos, amigo lector, es una gozada. Te atrapa, te da ganas desde el inicio. ¡Qué bien nos cae una obra así!, en un estilo fresco, existencial, implicativo. Hace falta y hace bien. El testimonio de una pareja que ha luchado por vivir su compromiso matrimonial desde su opción por Jesús, es alentador y oxigenante.
Somos muchos los que nos alegramos y agradecemos a Martín y Lizzy por abrirnos su corazón y compartirnos con sencillez y buen gusto la historia de su relación. Cuando me llamaron para pedirme que escribiera este prólogo, acepté con gusto pero les hice saber que me pescaban en un momento muy saturado de trabajo. Unos minutos después, gracias al correo electrónico, tenía conmigo el libro. Lo comencé a leer y prácticamente no paré. Me encontré con un testimonio estimulante, transparente, sencillo, gozoso, profundo. Divertido también, y eso le da atractivo; pero sin ahorrar las partes dramáticas, los conflictos, el lado doloroso. La vida real.
En el mensaje electrónico me decían: «Te compartimos nuestra intimidad en estas letras… Con sobra de cariño y de gusto…» Y yo les digo: ¡y vaya que lo hacen! También a mí me produce cariño y gusto sobrados conocer y acoger esta intimidad. Gracias por haberse atrevido a abrirnos su corazón y revelarnos su historia íntima, esa que sólo pertenece a ustedes. Gracias por permitirnos asomar a ese amor en el que han encontrado sentido a sus vidas. Es hermoso poder leer, a veces de modo explícito y a veces entre líneas, el hilo profundo de su historia de amor. Nos hace mucho bien conocer historias así. Gracias porque nos dan la oportunidad de adentrarnos en la trama de esta historia tan humana, en las que se van entretejiendo las mil circunstancias de la vida y todos los resortes y estrategias que mueve el amor cuando alguien se propone conquistar a la persona amada… y al mismo tiempo nos regalan esa otra historia, divina, bella, misteriosa, seductora, de la llamada de Jesús que fueron experimentando desde el inicio de su encuentro como hombre y mujer.
No todas las parejas, incluso entre las que se confiesan “cristianas”, tienen esta claridad vocacional que Lizzy y Martín nos regalan ahora en este libro. ¡Lo tienen tan claro que es lo que les brota espontáneo desde las primeras frases que nos comparten! Nuestra vida toda es un asunto vocacional, responsorial (llamada y respuesta), dialogal. Una historia de amor entre Dios y nosotros, y esto es lo que la hace apasionante, valiosa, digna de interés. Es alentador conocer historias concretas de vocación-misión. Nos hacen saber que Dios sigue llamando y que hay hombres y mujeres que escuchan su llamada y le responden. Estoy más que convencido de que la presencia del Señor en la pareja le da una fuerza y hondura que sólo pueden venir de Él. Es motivador que Martín y Lizzy nos digan que «uno de nuestros versículos clave para esta relación de Gracia Matrimonial entre nosotros y Dios, ha sido Eclesiastés 4,12 que dice: “A uno solo se le domina, pero si son dos, podrán resistir, porque la cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente”. ¡Claro! ¡Ese tercer hilo nadie lo puede romper!