Eudaldo Serra Buixó, Pbro.
INTRODUCCIÓN
No se puede negar que el examen diario de conciencia, para muchos de los que lo practican, probablemente para la mayoría resulta un ejercicio pesado y de poco aliciente. Por una parte, un examen de conciencia siempre es una cosa seria que reclama atención y recogimiento de espíritu, y esto exige un esfuerzo que nosotros hemos de poner. Por otra parte, la recomendación insistente de la Iglesia, nos obliga a practicarlo como elemento imprescindible para la perfección en la vida espiritual, aunque nos cueste. Pero la dificultad mayor proviene de nosotros mismos: ponemos demasiado la fuerza del examen en la letra, y olvidamos en exceso el espíritu. Tomamos el examen como medicina infalible para quitarnos toda clase de faltas en un término de tiempo más o menas largo, pero seguro, y no viendo este resultado en la práctica, llega el desengaño, el desaliento, y lo abandonamos por inútil o no apto para nosotros. No atinamos a ver qué nos sirve de incentivo y renovación diarios de nuestro amor y de nuestra segura confianza en Dios.
El P. W. Páber señala este mal o defecto de poner equivocadamente la confianza en les medios o prácticas de devoción, en lugar de ponerla sólo en Dios. “Tomemos otro ejemplo— dice en sus “Conferencias espirituales”—: Queremos formarnos en ciertos hábitos de devoción; supongamos el examen particular. Antes de haberlo ensayado, nadie es capaz de adivinar cuánta violencia y enojo interminables hay en este ejercicio del examen particular. Es necesaria una cierta dosis de mortificación para perseverar en él, de buen grado o de mal grado. El resultado es que abandonamos nuestra resolución como si fuera un compromiso indiscreto. Y abandonándolo, nos perdemos innumerables gracias, simplemente por falta de confianza en Dios.” Si acertamos, pues, el camino de la confianza y del amor para practicar el examen diario de conciencia, habremos hallado la solución de este problema un tanto enojoso, y gustaremos la dulzura del trato humilde y confiado con Jesús, estrechando cada día más los lazos de amor que a Él nos unen, a pesar de nuestras diarias faltas y miserias.
En otro libro anteriormente publicado sobre el examen diario de conciencia, se explica la teoría y la práctica según la enseñanza tradicional del Santo Fundador de la Compañía de Jesús y de sus hijos. A quien quiera aprenderlo y estudiarlo le remitimos a las explicaciones allí escritas.