Juan Gonzalo Callejas Ramírez
Introducción
En esta época de adelantos científicos y tecnológicos, muchas personas creen que la brujería es algo superado y que su existencia se limita a reducidos núcleos de personas marginadas, sin cultura y de bajos recursos. En otras palabras, piensan que la brujería es algo que se reduce al campo de la imaginación y de la superstición. Están muy lejos de considerarlo un hecho histórico, real y vigente en nuestra sociedad. Sin embargo, es un hecho que la brujería o hechicería, según los estudios realizados, se encuentra en todos los niveles sociales, hasta en los universitarios y políticos, como lo denuncia el libro La bruja de Germán Castro Caycedo.
Este libro que tiene en sus manos tiene varios objetivos. Primero, convencer que la brujería es algo real. Segundo, prevenir a las personas que piensan que son inmunes por no creer en ella, cuando en realidad la falta de fe es uno de los elementos que más favorece la acción impune de la brujería, incluso en personas que se dicen ateas o agnósticas. Tercero, dar las pautas necesarias para que el lector pueda autodiagnosticarse y saber si ha sido víctima de algún maleficio. Y cuarto, darle algunos elementos para contrarrestar los efectos de la brujería.
Así mismo, aunque mi intención es la de escribir para cualquier lector que quiera informarse acerca de este tema, como sacerdote católico no dejaré de denunciar el escepticismo y el racionalismo con que las autoridades eclesiásticas ven esto, ya que ha sido tal el miedo que han desarrollado a los medios de comunicación, que quieren evitar a cualquier costo que se les vuelva a echar en cara los excesos de la Inquisición. Por tanto, lo que plantearemos en este libro es la manera como debe afrontarse la problemática de la brujería sin irse a los extremos de negar su existencia o de revivir la cacería de brujas inquisitorial.
Quiero llamar la atención del lector sobre cómo los medios de comunicación masivos cada vez hablan más sobre el tema de la brujería y hechicería. Por ejemplo, los videojuegos preferidos de los jóvenes están infestados de lenguajes, símbolos y personajes esotéricos que instruyen al adolescente en el uso de poderes y hechizos. Así mismo, el séptimo arte trabaja día a día por expandir la práctica de la brujería produciendo cientos de películas que muestran las “maravillas” de tales artes. De igual forma, los adultos son sugestionados y adoctrinados subliminalmente a través de toda la simbología satánica que reciben en las películas de terror.
Mi experiencia me lleva a aseverar que la brujería es mucho más que un simple invento de la imaginación y que en el trasfondo de tantas novelas y películas está encerrada una realidad y un peligro a los cuales conviene hacer frente antes de que sea demasiado tarde.
También quiero utilizar este medio para prevenir a las personas que ya se saben afectadas por este tipo de males, especialmente recomendarles que eviten caer en la tentación de utilizar la misma brujería como método para contrarrestar o deshacer el mal que sufren, pues las fuerzas del mal nunca van a luchar contra sí mismas; eso implicaría estar divididas entre ellas y un reino dividido no puede prevalecer. Es más, todas las “contras” que elaboran los brujos contienen en sí mismas otro maleficio que afectará a la persona en el futuro de manera distinta, obligándola a volver a donde este agente del mal, creando una especie de dependencia o adicción, hasta extremos tales como ver comprometido todo su patrimonio.
También es la intención de este escrito convencer a las personas que para contrarrestar la brujería no es necesario poseer poderes extraordinarios, ni tampoco demasiado conocimiento de las materias mágicas; es más, ni siquiera se requieren elementos, pociones, hierbas o potajes mágicos para disolver los hechizos y maleficios, sino que basta y sobra con un acto de fe en el poder del único Dios verdadero, bajo el cual siempre ha estado subyugado Satanás junto con todas sus fuerzas.