¿Tú Crees?
Raniero Cantalamessa
PRÓLOGO
¿Crees? En varias ocasiones Jesús hace esta pregunta. Se lo pregunta al ciego de nacimiento: «¿Crees en el Hijo del hombre?»; a Marta, que llora por su hermano muerto Lázaro, le dice: «Todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre. ¿Crees esto?». Y ante su vacilación en abrir la tumba repite. «¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?».
El uso del singular «tú» en estos casos es significativo; dice por sí solo que la fe es un acto personalísimo; solo se puede creer «en primera persona». Hasta la profesión de fe de la Iglesia, aunque se haga comunitariamente en la misa, comienza con el singular «creo en un solo Dios», no con el plural «creemos». «Con el corazón se cree» (corde creditur) ha escrito san Pablo (Rom 10,10); «El acto de fe sale de las raíces del corazón» comentaba san Agustín. Por eso es el acto más íntimo y personal que el ser humano pueda hacer, aquel en que compromete al máximo su libertad.
Vivimos en un tiempo de la historia y de la evolución humana en el que cada vez podemos apoyarnos menos, sobre todo en lo tocante a la religión, en la tradición, en lo que se nos ha transmitido del pasado, y en la cultura ambiental. La fe aparece cada vez más como una decisión personal que el adulto es llamado a tomar y a renovar, descubriendo en sí mismo, además de en la palabra de Dios y en la autoridad de la Iglesia, las motivaciones profundas y la belleza. Esta es la exigencia a la que me he esforzado por responder, cada vez que he tenido ocasión de tocar el tema de la fe en mis sermones y en mis escritos, en especial en los sermones predicados en la Casa Pontificia, en presencia de Juan Pablo II y Benedicto XVI.
La editorial Áncora ha tenido la feliz idea de reunir en un volumen las páginas que he dedicado al tema de la fe o relacionadas con él, y ha confiado su realización a Agostino Terrani, conocido por su experiencia y capacidad en este tipo de trabajo. Él ha organizado el gran material disponible en algunas secciones, inspirándose en un párrafo del motu proprio Porta fidei, con el que Benedicto XVI convocó en su momento el Año de la fe.
Deseamos que este Año suscite en todo creyente la aspiración a confesar la fe en plenitud y con renovado convencimiento, con fe y esperanza (…). Será una ocasión favorable también para intensificar la celebración de la fe en la liturgia, especialmente en la Eucaristía (…). Al mismo tiempo deseamos que el testimonio de vida de los creyentes crezca en su credibilidad (n. 9).
De aquí el título de las tres secciones centrales: «confesar la fe», «celebrar la fe», «testimoniar la fe». A esas secciones se añade una sección introductoria sobre «la puerta de la fe», en la cual se tocan algunos aspectos de fondo sobre esta virtud teologal y una sección conclusiva dedicada a «María, la primera creyente» (los doce párrafos de esta sección querrían retomar la sugerencia de las doce estrellas de la Señora del Apocalipsis).
No me queda sino dar las gracias al editor y al organizador por el excelente trabajo llevado a cabo y desear al lector que experimente el sentimiento de iluminación interior y de alegría que provoca «la unción de la fe».
P. RANIERO CANTALAMESSA
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