¿Desapareció el limbo?
Padre Ángel Peña Benito O.A.R.
INTRODUCCIÓN
En el mundo mueren cada año muchísimos millones de niños sin bautismo antes de tener el uso de razón. Se habla de unos 70 millones de abortos voluntarios, pero ¿cuántos millones hay de abortos espontáneos? Algunos afirman que hasta el 50% de todos los embarazos serían abortos espontáneos. Otros afirman que son el 15% de todos los abortos. Pero veamos más datos.
En el mundo mueren cada año unos 15 millones de embriones en el proceso de fecundación in vitro. Para realizarla, se induce una ovulación múltiple. Luego se colectan unos 7 ó 8 óvulos y, en una probeta, en el laboratorio, se ponen en contacto con los espermatozoides. Algunos embriones son descartados por malformaciones. Unos tres o cuatro suelen implantarse en el útero. Y después, hay que hacer una reducción embrionaria, es decir, matar algunos para que el embarazo múltiple no sea un riesgo. Y los que sobran de este proceso, se congelan. De los embriones congelados, que son muchos miles, al descongelarlos, muere del 30 al 35%. Del 70% restante, al implantarlos en el útero, mueren 35 a 40%, sobreviviendo sólo entre el 30 y el 35% de los congelados. Como se ve, para que una mujer pueda tener un hijo por fecundación in vitro deben morir varios, lo que es una inmoralidad, porque nadie tiene derecho a tener un hijo, matando a otros. Pero esto es un gran negocio para muchos laboratorios. Sólo en Estados Unidos en 1998 hubo por este concepto unos ingresos anuales de unos dos mil millones de dólares. Evidentemente que hay grandes transnacionales interesadas en todo este asunto, que tratan de convencer a los clientes que el aborto no existe antes de la implantación del embrión en el útero y dicen que el ser concebido es tan pequeñito que no es una persona con todos su derechos humanos. La industria del sexo, de los anticonceptivos, de los abortos, de la fecundación in vitro y de las investigaciones con células madre están involucradas en este negocio millonario.
Por otra parte, muchos miles de niños mueren por selección embrionaria en diagnósticos prenatales que, en algunos países, son casi obligatorios con el fin de descartar a todos los posibles enfermos. Como estas técnicas de diagnóstico no son perfectas, hay muchísimos casos de falsos diagnósticos y matan así a muchos niños sanos. Además, el proceso de diagnóstico tiene sus riesgos. En la amniocentesis, que es el menos peligroso, hay que saber que, si se hace en época tardía, produce al menos un 1% de abortos y, si se hace entre las 11 y 12 semanas, el riesgo de aborto puede ser del 5%. Otros diagnósticos como la embrioscopia produce al menos un 8 a 9% de abortos.
Algunos niños son concebidos con el único propósito de ser bebés medicamento, es decir, con la finalidad de ser usados como medicina para otros; con frecuencia, sus hermanos. Son concebidos para sacarles las células madre u otros órganos compatibles con sus hermanos para que puedan ser curados. O sea, matar para curar. ¿Es esto ético y moral? ¿Se pueden usar niños, comprados o raptados o concebidos a propósito, para transplantar sus órganos a otros niños enfermos? Eso ocurre con niños pobres para curar niños de países ricos.
¡Y en cuántos casos se aplica la eutanasia a esos niños que nacen con minusvalía, malformaciones o enfermedades diversas, como si fueran seres sin valor!
Normalmente, nacen 102 niños por 100 niñas, pero en la India, en el año 2001, nacieron 927 niñas por cada 1000 niños. En 1991, la proporción era de 945 niñas por 1000 niños; pero en Nueva Delhi la proporción era, en 1991, de 915 niñas por 1000 niños; y en el 2001 de 865 niñas por 1000 niños. Esto se debe a que prefieren niños que puedan velar por sus padres en la vejez, ya que las niñas deben llevar su dote al matrimonio y pasan a ser parte de la familia del esposo.
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