Dios Padre, meditaciones bíblicas
Luis Alonso Schökel
Prólogo
Nos encontramos con estos dos elementos: nuestra filiación de Dios como sustancia de la vida cristiana y los Ejercicios Espirituales como práctica intensiva de la misma. ¿Podemos conjugarlos?
Se diría que sí, porque, si la paternidad de Dios es el fundamento de nuestra nueva vida, la encontraremos en cualquier forma que la vivamos; muy especialmente en unos Ejercicios Espirituales.
Y se diría también que no, porque los Ejercicios de San Ignacio imponen una selección de materiales y un orden dinámico, mientras que la enseñanza sobre Dios Padre se encuentra esparcida a lo largo del Nuevo Testamento.
Al dilema responderá la práctica o un ensayo cauteloso, al cual se prestan personas de intensa vida espiritual que ya han hecho ejercicios varias veces, incluso anualmente. Para ellos la referencia ignaciana es inteligible aun en forma de alusión.
Al director le tocó simplemente aportar su experiencia para seleccionar y organizar textos del Antiguo y del Nuevo Testamento. Los textos eran tan ricos y tan atractivos que lo único que pedían era discreción en el comentario.
No fue difícil respetar hasta cierto punto el curso de las cuatro «semanas» tradicionales. Pero quedaba material abundante e importante que pareció conveniente reunir en un apartado. No es una «quinta semana», sino material para ser repartido oportunamente.
Ayudado por José Fernández de Pinedo, que registró y transcribió mis palabras, he intentado fijar por escrito, con mayor amplitud, aquella experiencia oral, viva, de unos Ejercicios predicados en Pedreña en 1993. Quizá por esa razón el estilo no sea lo suficientemente fluido.
Espero, de todos modos, que lo escrito reviva muchas veces en lectores y contempladores.
Roma, en la fiesta de Todos los Santos de 1993
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