Papa Benedicto XVI
PREFACIO
En 1996, Peter Seewald me propuso conversar sobre las cuestiones que el hombre actual plantea a la Iglesia y que a menudo le cierran el acceso a la fe.
De ahí surgió el libro Salz der Erde (Sal de la tierra), que para muchos se convirtió en una contribución a la orientación que aceptaron con agradecimiento.
El enorme eco, asombrosamente positivo, que despertó el libro animó al señor Seewald a proponer una segunda ronda de conversaciones en la que se esclarecerían las cuestiones internas de la propia fe, que a muchos cristianos les parece una selva tan impenetrable que apenas son capaces de orientarse en ella; muchos aspectos de la misma, algunos importantes, resultan difícilmente comprensibles y aceptables para el pensamiento actual.
A este proyecto se oponía en principio mi sobrecarga profesional. En el escaso tiempo libre del que dispongo deseaba escribir, por fin, el libro sobre el espíritu de la liturgia que tenía proyectado desde comienzos de los años ochenta, pero que nunca había podido trasladar al papel. A lo largo de tres vacaciones de verano surgió finalmente la obra, que se publicó a comienzos de este año. El camino a la segunda conversación con Seewald quedaba por fin despejado, y él propuso celebrarla en una sede preñada de simbolismo: la casa matriz de la orden benedictina, la abadía de Montecassino.