Doce hombres comunes y corrientes
John MacArthur
INTRODUCCION
HACE MÁS DE VEINTE AÑOS, mientras predicaba del Evangelio de Mateo, di una serie de estudios sobre el carácter de los doce apóstoles. Los mensajes fueron extraordinariamente bien recibidos. Produjimos de esa serie un casete con guía de estudio, titulado Los hombres del Maestro. A través de los años hemos transmitido por radio varias veces la serie completa en el programa Croce to You. Cada vez que lo ponemos en el aire, genera un cada vez mayor flujo de reacciones positivas de parte de la audiencia. Después de veinte años, ese casete sigue siendo una de las series más populares de todo lo que hemos producido.
Hace unos cuantos años, empecé a enseñar en nuestra iglesia el Evangelio de Lucas versículo por versículo. Cuando llegué a Lucas 6.13-16 (donde Lucas registra el llamado de Jesús a los Doce) prediqué una nueva serie de mensajes sobre los apóstoles. De nuevo, la reacción fue sorprendente y entusiasta. Mientras predicaba la serie, me di cuenta de que una generación completa había nacido y llegado a la edad de adultos desde que habíamos estudiado por última vez la vida de los discípulos. Esta generación se identificó con estos hombres en la misma forma en que sus padres lo habían hecho más de dos décadas antes.
Algunas personas que han prácticamente memorizado la primera serie dicen que siguen encontrando cosas sorprendentemente nuevas, relevantes y prácticas en las vidas de los discípulos. Con mucha rapidez la nueva serie se ha transformado en favorita por lo que la gente me empezó a insistir en que combinara todo el material sobre los apóstoles en un libro. No necesité que me insistieran mucho para hacerlo. El libro que tiene en sus manos es el resultado de esto.
Siempre me he sentido fascinado con las vidas de los doce apóstoles. ¿Quién no lo está? Los tipos de personalidad de esos hombres nos son familiares. Ellos son como nosotros y como otras personas a las que conocemos. Son asequibles. Son personajes reales y vivos con los que nos podemos identificar. Sus defectos y debilidades, así como sus triunfos y características encantadoras, aparecen registrados en varios de los relatos más fascinantes de la Biblia. Son hombres a quienes de verdad queremos conocer.
Y esto se debe a que, en todo sentido, fueron hombres comunes y corrientes. Ninguno era reconocido por Su erudición ni por Su gran saber. No eran oradores ni teólogos. De hecho, vivían al margen de lo que era el sistema religioso de los días de Jesús. No sobresalían por talentos naturales o habilidades intelectuales. Por el contrario, todos eran proclives a equivocarse, a fallar, a tener actitudes erróneas, a que les faltara la fe y a experimentar amargos fracasos; y el mejor ejemplo de esto era el líder del grupo, Pedro. Incluso Jesús expresó que eran lentos para aprender y de cierta manera torpes espiritualmente (Lucas 24.25).
Ellos representaban todo el espectro político. Uno era un ex zelote; es decir, un hombre radical, decidido a derrotar al gobierno romano por la vía de la violencia. Otro había sido recaudador de impuestos, prácticamente un traidor a la nación judía, en pugna con Roma. A lo menos cuatro, y posiblemente siete, eran pescadores y amigos íntimos de la ciudad de Capemaum, y es probable que se conocieran desde niños. Los otros tal vez hayan sido comerciantes o artesanos, porque no se nos dice nada sobre lo que hacían antes de llegar a transformarse en seguidores de Jesús. La mayoría era de Galilea, una región dedicada a la agricultura en la intersección de rutas comerciales. Y Galilea siguió siendo la base de operaciones para la mayor parte del ministerio de Jesús y no (como algunos podrían suponer) Jerusalén en Judea, que era la capital política y religiosa de Israel.
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