Cardenal Jorge Mario Bergoglio, sj
1 Ser creativos, para una esperanza activa
Un acto de esperanza
Hace exactamente un año, iniciaba mi mensaje a las comunidades educativas hablando de un momento crítico y decisivo en la vida de nuestro pueblo. Muchas cosas han pasado desde entonces: sufrimiento, desconcierto, indignación, pero también mucho poner el hombro por parte de tantos hombres y mujeres que se brindaron al prójimo sin justificarse en la indiferencia o en el afán de “salvarse” de otros. Como balance, nos encontramos con la convicción de que no tenemos que esperar ningún salvador, ninguna propuesta mágica que vaya a sacarnos adelante o a hacernos cumplir con nuestro “verdadero destino”. No hay verdadero destino, no hay magia. Lo que hay es un pueblo con su historia repleta de interrogantes y dudas, con sus instituciones apenas sosteniéndose, con sus valores puestos entre signos de pregunta, con las herramientas mínimas como para sostener un corto plazo. Cosas demasiado pesadas como para confiárselas a un carismático o a un técnico. Cosas que sólo mediante una acción colectiva de creación histórica pueden dar lugar a un rumbo más venturoso. Y no creo equivocarme si intuyo que la tarea de ustedes como educadores, va a tener que hacer punta en este desafío. Crear colectivamente una realidad mejor, con los límites y posibilidades de la historia, es un acto de esperanza. No de certezas, ni de meras apuestas: ni destino ni azar. Exige creencias y virtudes. Poner en juego todos los recursos, más un plus imponderable que le da su dramatismo.
La reflexión de este año también versa sobre la esperanza, pero muy en particular sobre un componente esencial de su dimensión activa: la creatividad. Porque si estamos en un momento de creación histórica y colectiva, nuestra tarea como educadores ya no puede limitarse a “seguir haciendo lo de siempre”, ni siquiera a “resistir” ante una realidad sumamente adversa: se trata de crear, de comenzar a poner los ladrillos para un nuevo edificio en medio de la historia; es decir, ubicados en un presente que tiene un pasado y –eso deseamos– también un futuro.