El Dios de la fe y el Dios de los filósofos
Benedicto XVI
PROLOGO
La elaboración que doy ahora a la publicidad es una reproducción de la lección inaugural que, con motivo de mi llamamiento para la cátedra de Teología Fundamental de la Facultad Católica de Teología de la Universidad de Bonn, mantuve el 24 de junio de 1959. Al texto de la lección, sin modificaciones, le ha sido añadida una serie de anotaciones para la fundamentación científica de lo que en él se dice. Meta de mi elaboración era aclarar el problemático trasfondo de una frase demasiado manida desgraciadamente, y con ello entrarle hasta el fondo a una cuestión que tanto para la propia orientación interior de la teología católica, como para el diálogo entre las confesiones, es de alta importancia. Es para mí una satisfacción saberme, en la realización de esta tarea, unido con las más profundas intenciones de mi maestro Gottlieb Sóhngen, al igual que con las de mi predecesor Albert Lang.
Dedico esta líneas a la memoria de mi padre, que ha acompañado con participación cuidadosa todos mis trabajos, hasta que en el pasado agosto, inesperadamente, fue llamado de este mundo.
Bad Godesberg, en la fiesta de Santo Tomás de Aquino, 1960.
Joseph Ratzinger
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