El discernimiento. La novedad del Espíritu y la astucia de la carcoma
Benjamín González Buelta, S.J.
El don del discernimiento
Hace algunos años me regalaron un cuadro de madera en cuya superficie habían grabado a fuego un paisaje caribeño con una dedicatoria. Cuando mi hermana vino a visitarme al barrio marginado donde vivía nuestra comunidad, en un pequeño ranchito, nos pusimos a dialogar sobre qué podíamos hacer con el cuadro. Teníamos diferentes opciones. Cuando descolgamos el cuadro de la pared y lo tomamos en la mano, constatamos que, bajo la apariencia brillante, fina como un papel, todo estaba vacío. La carcoma se había infiltrado por un hoyito minúsculo, casi invisible, y se había comido en silencio, sin prisas, sin espectáculo ninguno, el cuadro entero por dentro; después de saquear el cuadro, se fue volando con libertad. Ya no había nada que decidir. La carcoma había entrado en esa pequeña obra de arte desde la madera vieja del rancho en la que estaba colgada, y ya había discernido el futuro del cuadro.
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