El Evangelio Según Un Laico
Edward Herskowitz
PRESENTACION
Dios me llamó por mi nombre, un nombre especial. Cuando mis papás escogieron mi nombre Dios ya me haba nombrado: El me dio mi existencia, mi identidad y mi fe junto con una misión. Creo que Dios me ha llamado a compartir lo poco que sé de El y con el propósito de que se te abran los ojos puesto que hay mucho más de reconocer de la vida de Dios que no estamos viviendo, igualmente hay mucho que asimilar de lo que el Padre nos dice a través del Verbo Divino. Pero no solo por esto he decido escribir este libro, aunque es razón suficiente.
Pienso que hay cinco Evangelios: Mateo, Marcos; Lucas; Juan y el quinto evangelio está en proceso de redacción. Todos tenemos parte en la redacción del quinto evangelio. Este será el testimonio, la Buena Nueva según tu, yo… cada uno de nosotros. En otras palabras pienso que todos debemos dar testimonio con nuestra vida de cómo el SEÑOR JESUS ha obrado en nuestra vida. Hay que contestar la pregunta: ¿quién es El para mí? No es necesario que esté en forma de un libro, este evangelio personal se aporta, más bien, con el buen ejemplo que damos con nuestras obras, palabras y comportamiento. Nuestra conducta en la vida es nuestro evangelio, nuestro testimonio. Es importantísimo hacer conciencia de que debemos guardar un sano equilibrio entre la fe y la vida. No basta con que me digan: “Señor, Señor”, sino también hay que hacer la voluntad del Padre (Mateo 7, 21). Hay que vivir la vida cristiana en su plenitud.
Sé que todos hemos sido llamados a evangelizar, nadie está libre de la obligación. A todos y a cada uno de nosotros Dios nos ha bendecido tremendamente. Esas bendiciones son para compartir y hay que compartirlas como nos exhorta san Pedro: “Sírvanse mutuamente con los talentos que cada cual ha recibido; es así como serán buenos administradores de los dones de Dios” (1a Pedro 4, 10). San Pablo lo dice así: “a cada uno el Espíritu revela su presencia con un don, que es también un servicio” (1a Corintios 12, 7). No solamente los sacerdotes y religiosas(os) tienen la carga de evangelizar y por supuesto no son los únicos que tienen un papel importante en el Plan de Salvación de nuestro Padre Dios. Nosotros los laicos también somos los elegidos de Dios. “Ustedes no me escogieron a mí. Soy yo quien los escogí a ustedes y los he puesto para que vayan y produzcan fruto, y ese fruto permanezca…” (Juan 15, 16). El fruto que Dios quiere que demos es el fruto que resulta de la sembrada de semillas al evangelizar.
“… Vete a tu casa, con los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y cómo ha tenido compasión de ti” (Marcos 5, 19) es un mensaje que yo he tomado muy personalmente. Es el evangelio, la BUENA NUEVA: “lo que el Señor ha hecho conmigo y cómo ha tenido compasión de mí”. He escrito este libro para compartir contigo lo que me dice a mí el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo y compartir ese amor tan grande que me ha obsequiado mi Padre Dios.
Deseo que el mensaje de Jesús, Hijo de Dios, llegue a tus manos aunque sea en una forma breve, diferente y quizás radical. Espero que ese mensaje que nos dio en persona hace tanto tiempo, el cual sigue vivo y eficaz, sea para todos los que lean esta humilde obra un estímulo para abrirte los ojos para entender que eres, en verdad hijo de Dios y tu Padre te manda a trabajar en su campo diariamente. Tengo la esperanza que al leer este libro se vaya sembrando una semilla en ti, una semilla que el Señor cultive y haga crecer para que tú te acerques más a El y lo ames más cada día.
Ojalá no pienses que escribí este libro porque creo que puedo predicar mejor que los sacerdotes o que pienso que ellos no lo están haciendo bien. No es así. Al contrario, pienso que la mayoría de los sacerdotes preparan bien y tienen buena locución. Tampoco quiero que supongas que pienso que puedo escribir un Evangelio mejor que los Evangelistas o que mis comentarios tienen más validez, porque tampoco es así.
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