El Misterio del Bautismo de Jesús
Raniero Cantalamessa
I. «JESÚS DE NAZARET, UNGIDO POR DIOS CON LA FUERZA DEL ESPÍRITU SANTO»
EL bautismo de Jesús y el misterio de la unción Al comienzo de su evangelio, afirma Juan solemnemente que «de la plenitud» de la Palabra encarnada todos nosotros hemos recibido gracia sobre gracia (cfr. Jn 1,16); san Pablo afirma esto mismo cuando escribe que en Cristo reside «toda la plenitud de la divinidad» y que, en él, nosotros participamos de su plenitud (cfr. Col 2,9s.). Los padres de la Iglesia entendieron estas expresiones en un sentido muy concreto: de la plenitud del Espíritu Santo de Jesús, nosotros hemos recibido y recibimos gracia sobre gracia. En él reside corporalmente toda la plenitud del Espíritu Santo y en él nosotros participamos de dicha plenitud. En efecto, así escribe san Ireneo: «El Espíritu de Dios descendió, pues, sobre Jesús y lo ungió, como había prometido en los profetas, a fin de que nosotros fuésemos salvados participando en la abundancia de su unción» y otro escritor, algo posterior, dice esto mismo con la imagen de una fuente de la que manan ríos: «El Espíritu Santo es el que en forma de paloma, después que Cristo fue bautizado, vino y permaneció sobre él, habitando plena y totalmente sólo en Cristo, sin merma de cantidad o parte alguna, sino dado y enviado concentradamente con toda su superabundancia, de suerte que todos los demás puedan obtener de él un cierto disfrute de gracias, quedando en Cristo de modo permanente la fuente de todo el Espíritu Santo, para que de él fluyeran los líos de los dones y de las obras maravillosas, mientras el Espíritu Santo habita sobreabundantemente en Cristo». «De su plenitud -escribe abiertamente san Atanasio- hemos recibido la gracia del Espíritu». El misterio de la unción, que queremos profundizar a lo largo de estas meditaciones, nos habla precisamente de este grandioso acontecimiento de gracia; nos habla de Jesús que, en la encarnación y, de un modo aún más concreto, en el bautismo, es colmado por el Padre de Espíritu Santo para poder, a su vez, llenarnos del Espíritu Santo a nosotros que participamos en el misterio de su unción. Esto es suficiente para indicar la importancia de dicho misterio para la vida cristiana. En esta primera meditación intentaré trazar una visión de conjunto de todo el misterio y de su comprensión por parte de la Iglesia, dejando para las siguientes meditaciones la tarea de profundizar en algunos aspectos más específicos y concretos de la acción del Espíritu Santo en la vida de Jesús y de la Iglesia.
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