Matilde Eugenia Pérez Tamayo
PRESENTACIÓN
Adviento y Navidad: dos tiempos “fuertes”, íntima y profundamente unidos. Con ellos damos inicio a un nuevo Año Litúrgico.
Adviento: tiempo de anuncio y profecía, de espera vigilante y oración fervorosa, de penitencia y conversión.
Navidad: lo anunciado se hace realidad, la esperanza y la fe se unen para siempre, la luz del amor de Dios ilumina la oscuridad del mundo y de la historia humana, la alegría y la paz se besan en el corazón de la humanidad entera.
Adviento: promesa de Dios desde el inicio de los tiempos. Navidad: Dios cumple su palabra y se hace presente en medio de los hombres, en la fragilidad de un Niño nacido en la humilde pobreza de un pesebre.
Un Niño precioso que una Madre Virgen acuna en sus brazos con indecible ternura, y un padre humano cuida como su más grande regalo. Un Niño que es frágil y débil como todos los niños, pero también es Dios. Dios hecho carne de nuestra carne y sangre de nuestra sangre. Dios que desciende de su trono de gloria y se hace pequeño, como el más pequeño de los seres humanos. Dios que se agacha, Dios que se humilla, para servir a todos los hombres y mujeres del mundo, de todos los tiempos y todos los lugares.
Con su lenguaje sencillo y cercano, profundo y bello, el Papa Francisco nos ayuda a meditar en esta hermosa verdad de nuestra fe cristiana, y a asumirla en nuestra vida como principio y fundamento de todo lo demás.