San Agustín
Traductor: P. Santos Santamarta, OSA
Razón de la presente obra
I 1. Con mucha frecuencia, hermano Constantino, nos vemos obligados a responder a los que piensan de manera diferente y se extravían de la regla de la verdad, y esto aun sobre puntos que repetimos en múltiples tratados. Pienso que esto tiene gran utilidad, tanto por la rudeza de ciertos ingenios, que juzgan que se dicen cosas distintas, cuando leen que se dicen de otra manera, como con vistas a que abunden escritos polémicos, de suerte que no haya sólo uno raro que llegue a los que los están buscando, sino que, habiendo muchos, caiga alguno también en manos de otros más descuidados.
Por consiguiente, mira con qué facilidad, con la ayuda del Señor, voy a refutar ese tratado sobre el único bautismo, obra de quienes lo reiteran, que, tras haberlo recibido de no sé qué presbítero donatista, me entregaste cuando estábamos juntos en el campo, rogándome encarecidamente que le diera contestación, tan hinchado como estaba por la sonoridad de las palabras y erizado de acusaciones basadas en la calumnia.
2. El primer punto de mala voluntad que nos achacan es que saquemos a la luz pública un asunto secreto. Cállense, pues, quienes piensan que no debe hacerse esto; o si dicen que ellos se ven forzados a hablar para contestar a los que piensan de otra manera, éste es también nuestro caso: tenemos que responder a los que se nos oponen no sólo con su forma de pensar, sino también con su obrar.
Se debe refutar en público lo que daña ocultamente, porque también en público se busca su defensa cuando se aconseja lo que, si se lleva a cabo, daña ocultamente. En efecto, ¿quién bautiza a alguien ante los profanos? Y, sin embargo, ningún profano ignora que los cristianos se bautizan; el que oye hablar en público de lo que, si llega a creer, recibirá en secreto.