Luis Alonso Schökel
PROLOGO
Meditaciones bíblicas para la tercera Edad
Al profeta Jeremías le dice Dios en una ocasión: Que ellos se conviertan a ti, no te conviertas tú a ellos. Y, algo más adelante, añade: Si apartas la escoria del metal precioso, estarás a mi servicio y serás mi boca.
No teniendo yo vocación profética, he meditado esas palabras. En cuanto a lo primero, me atrevo a adaptar el texto pensando en mis coetáneos, peregrinos que han recorrido gran parte del camino de la vida. Me dirigiré a ellos, para que ellos se dirijan a la palabra de Dios en la Biblia. Pero, si la Biblia es el metal precioso, temo no vayan a ser mis palabras la escoria; en tal caso habría que retirarlas para dejar escueto el texto bíblico. Ahora bien, la tradición de la Iglesia me enseña que es legítimo y conveniente explicar el texto bíblico de tal modo que el cristiano pueda entrar en contacto personal con él. Sabiendo que, si doy nada más referencias numéricas, el lector no va a consultarlas en su Biblia, he preferido citar los textos pertinentes o resumir su contexto.
Aunque el libro puede ser leído, está pensado y escrito para la meditación y contemplación. Prefiero sugerir a desarrollar; no temo repetir si el texto bíblico repite; busco un estilo de frase breve, aunque a veces resulte sacudido; dejo caer aforismos para ser subrayados y asimilados sin prisa. El que medita podrá repasar el libro o algunas meditaciones que encuente más apropiadas o gustosas. Pero lo más importante es que pueda volver directamente a los textos bíblicos.
La preferencia por el Antiguo Testamento me viene de mi dedicación especial; pero procuro siempre que desemboque en el Nuevo Testamento. Si algún tema domina estas páginas, es la Esperanza, una de las virtudes teologales. Y si debo escoger una frase como lema, la tomo de la liturgia:
Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección: ¡ven, Señor Jesús!
San Francisco, California fiesta de S. Ignacio 1990