Evidencias de la Resurrección
Peter Kreeft y Fr. Ronald Tacelli, SJ
INTRODUCCION
Todo sermón predicado por todo cristiano en el Nuevo Testamento se centra en la resurrección. El evangelio, o “las buenas nuevas,” significa esencialmente las nuevas de la resurrección de Cristo. El mensaje que resplandeció a lo largo del mundo antiguo, que prendió corazones en llamas, que cambió vidas y que revolucionó al mundo no fue “Amarás a tu prójimo”. Toda persona moralmente sana ya sabía eso; eso no era ninguna noticia. Las nuevas eran que un hombre que se declaró ser el Hijo de Dios y el Salvador del mundo había resucitado de entre los muertos.
Cuando Pablo predicó el evangelio a los filósofos estoicos y epicúreos en Atenas, ellos pensaban que él estaba predicando acerca de dos nuevos dioses, Jesús y Anastasis (que en griego significa “resurrección”; Hechos 1718) — así de tan importante era la resurrección. (Y así de confundidos estaban los filósofos y los eruditos. Nada ha cambiado.)
Un desafío razonable para el escéptico es este: Si puede demostrarse que Jesús realmente resucitó de entre los muertos, ¿creerías en él? Porque si él realmente resucitó, esto da validez a su alegación de ser divino y no meramente humano, ya que resucitar de la muerte es algo que está más allá del poder humano; y su divinidad confirma la verdad del resto de todo lo que dijo, porque Dios no puede mentir.
Rudolf Bultmann, “el padre de la demitologización”, dijo que “si los huesos del Jesús muerto fuesen descubiertos mañana en una tumba palestinense, todos los elementos esenciales del cristianismo permanecerían sin cambiarse.” Pablo no estaría de acuerdo. Él dijo que “si Cristo no ha resucitado, entonces
- nuestra proclamación ha sido en vano
- y la fe de ustedes ha sido en vano.
- Incluso somos encontrados que estamos difamando a Dios, porque testificamos de parte de Dios que él resucitó a Cristo — a quien él no resucitó si es cierto que los muertos no son resucitados…
- Si Cristo no ha sido resucitado, la fe de ustedes es fútil
- y todavía están en sus pecados.
- Entonces aquellos que también han muerto en Cristo han perecido.
- Si sólo para esta vida hemos esperado en Cristo, somos de todas las gentes los más desgraciados”. (1 Corintios 15: 14-19)
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