Exodo. El Señor de la historia
Julio Alonso Ampuero
Introducción
El presente comentario responde a una preocupación de hace años. Como cristiano primero, como sacerdote y profesor de Sagrada Escritura después, siempre he echado de menos comentarios fáciles, sencillos, asequibles que pusieran las riquezas de la Palabra de Dios al alcance de los cristianos corrientes. Los estudios bíblicos han progresado muchísimo, pero el Pueblo de Dios sigue lejos de la Biblia. Tal vez sea la falta de este tipo de comentarios una de las causas. Estos sencillos comentarios pretenden trazar un puente entre la exégesis científica y la lectura creyente de los hombres y mujeres de hoy.
Mi objetivo, por tanto, es claro: acercar la Palabra de Dios a la gente y acercar la gente a la Palabra de Dios. Para ello no he ahorrado esfuerzos de claridad. Y sobre todo me he colocado en una actitud muy vital, pues la Sagrada Escritura ha sido inspirada para que hable de hecho a los hombres en su vida concreta e ilumine su camino.
Todo el comentario está basado en la más exacta fidelidad al texto bíblico. He tenido en cuenta las aportaciones de la mejor exégesis, pero nunca he entrado a justificar exegéticamente las explicaciones y he eludido positivamente toda referencia técnica. Soy consciente de que muchas veces he ido en mi comentario más allá del texto, pero ha sido en mi afán de actualizarlo de modo que ilumine la vida práctica de los creyentes; otras veces simplemente he recogido virtualidades o sugerencias que brotan del texto mismo, o he aplicado el criterio que el Concilio llama «atención a la unidad de toda la Sagrada Escritura» (DV 12). Según el principio origeniano de «la Sagrada Escritura es intérprete de sí misma».
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!