R. P. J. Mª Hupperts S.M.M.
Prólogo
Desde hace casi veinte años escribimos en cada número de nuestra modesta revista «Mediadora y Reina» un artículo sobre la vida mariana, tal como la propone San Luis María de Montfort en sus obras «Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen» y «El Secreto de María».
De muchos sacerdotes, religiosos y cristianos en el mundo hemos recogido frecuentemente el testimonio de que estas páginas les habían dado luz, aliento y alimento espiritual. Además, de muchas partes, aun de parte de nuestros Superiores, nos habían pedido recopilar y publicar estos artículos en un volumen.
Las ocupaciones apremiantes de cada día nos hicieron postergar esta publicación hasta ahora.
Pero el año mariano (8 de diciembre de 1953 — 8 de diciembre de 1954) ofrece una ocasión para publicar estas páginas, ocasión demasiado hermosa y preciosa como para dejarla escapar.
Esta edición será, pues, nuestro humildísimo, respetuosísimo y afectuosísimo homenaje a Aquella a cuyo servicio hemos entregado nuestra vida. Será también nuestro modesto regalo de fiesta a la Santísima Virgen, con motivo del centenario de la definición dogmática de su Concepción Inmaculada.
Este trabajo apunta a exponer la excelente devoción mariana de nuestro Padre espiritual, San Luis María de Montfort.
La exposición trata de ser lo más sencilla posible, a fin de hacerse accesible en su mayor parte a todos cuantos no poseen una formación más acabada. Pero al mismo tiempo pretende ser sólida y profunda, para que los sacerdotes, religiosos y seglares instruidos encuentren en ella su provecho espiritual.
Todas las proposiciones adelantadas aquí han sido debidamente controladas a la luz de la Mariología, cuyos progresos maravillosos admiramos.
Al obrar así seguimos el ejemplo de nuestro Padre, que confronta siempre sus prácticas marianas con los datos de la Escritura, de la Tradición y de la Teología. En estos últimos tiempos se ha creído poder escribir, y ello más de una vez, que la «verdadera Devoción» de Montfort era una «experiencia personal», que sería peligroso, e incluso contraproducente, generalizar. Quienes así escriben se equivocan . Al contrario, Montfort se preocupa siempre de deducir su práctica mariana del dato revelado, de la Mariología, de toda la doctrina de la Iglesia. Quien quiera convencerse de ello, lea por ejemplo su tratado condensado del papel de la Santísima Virgen en la economía de la salvación, «Tratado de la Verdadera Devoción», números 14-38 y 60-88, y «Secreto de María», números 7-23.
Imitando a San Luis María, no queremos ser minimalistas en el ámbito de la doctrina mariana, ni formar parte de los devotos «escrupulosos» o «críticos» de la Santísima Virgen, de que habla a propósito de las falsas devociones marianas . Estos últimos ven merodear por todas partes el espectro del exceso, de la exageración, de los abusos. Igualmente, a ejemplo de Montfort, no expondremos únicamente consideraciones sobre verdades marianas definidas, ni sobre puntos de doctrina establecidos con total certeza. Si se quisiese aplicar este método a otras secciones de la ascética cristiana, sería preciso desgarrar o quemar las tres cuartas partes de nuestros libros más serios de espiritualidad. Para la vida mariana como para la vida espiritual en general, podemos apoyarnos perfectamente en consideraciones de probabilidad seria. Especialmente nos apoyaremos con seguridad en la palabra de los obispos, y sobre todo de los Sumos Pontífices, incluso cuando estos no hayan querido dirimir definitivamente una cuestión.