Padre Mateo Crawley-Boevey
LA HORA SANTA
AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
I Año Nuevo
(Esta Hora Santa podría servir especialmente para comenzar el Año Nuevo, según el verdadero espíritu del Sagrado Corazón de Jesús, y para consagrárselo a su gloria. Este mismo método podría también ser muy útil en determinadas ocasiones, en ciertas horas decisivas y solemnes “del año o de la vida”, como, por ejemplo, en vísperas de contraer matrimonio o como preparación inmediata para ingresar al convento, al abrazar la vida religiosa. Podría, asimismo, ser de gran provecho “durante los ejercicios de un retiro”, para iniciar en ellos una etapa de vida espiritual nueva y más intensa).
He aquí que se levanta con la aurora del Año Nuevo el verdadero Sol de paz, de esperanza y de amor: el Corazón Divino de Jesús, sol de una nueva vida para su gloria y nuestra dicha… ¡Gloria a Él en las alturas, gloria a Él y sólo a Él aquí en la tierra!…
“Adveniat, adveniat, adveniat regnum tuum!… ¡Venga a nos tu reino de paz, de amor y de justicia!”…
Es preciso que el año que comienza marque una nueva etapa de triunfo en el avance victorioso, social e íntimo del Corazón de Jesús…
Y ahora pongámonos en su presencia soberana mediante un acto de fe y de profunda adoración… A dos pasos de nosotros está el Maestro muy amado…
Su Corazón nos llama, nos aguarda… quiere hablarnos con santa intimidad…
Escuchemos aquella voz cuyas armonías deliciosas inundan de júbilo la eternidad del cielo…
(Que haya gran recogimiento, pues el Señor no habla a corazones disipados, distraídos). Jesús.“Pax vobis!”. ¡Que mi paz sea con vosotros todos, hijitos míos! Os la traigo grande y hermosa para vuestras almas que sufren, que luchan…, para todos los de buena voluntad…
“Pax vobis!”. Sí, os la traigo Yo mismo para vuestros hogares enlutados por el dolor, heridos por las desgracias, patrimonio obligado de este valle de lágrimas…
“Pax vobis!…”. Os la traigo para la sociedad doliente en cuyo seno vivís, pues bien sé Yo cuánta necesidad tiene de renovarse en el espíritu de mi Evangelio, de ser en espíritu y en obras la heredad de mi Corazón sacrosanto…