JOSE H. PRADO FLORES
INTRODUCCION
En el principio de la vida de la Iglesia se bautizaba solo a los convertidos. La tarea es al contrario: convertir a los bautizados.
En los primeros años de la era cristiana, la Iglesia se volvió misionera y proclamaba la Buena Nueva de salvación en todo el mundo conocido. Mas, hoy día, es la Iglesia misma la que debe ser misionada y evangelizada desde el interior. La Iglesia no es principalmente la barca que pesca hombres en el lago del mundo, sino el lago mismo donde Jesús lanza sus redes para pescar a los que no creen.
El mandato de Cristo resucitado a los suyos de llegar hasta los confines de la tierra anunciando el Evangelio y bautizando a los convertidos, se ha transformado en: “Id y evangelizad a los bautizados”.
Lo que más necesita la Iglesia es una verdadera evangelización, que comience, precisamente, por la presentación de la persona viva de el y que lleve a los evangelizados a tener una experiencia real de la salvación en el. Mientras no se comience a evangelizar de esta manera, todo lo demás será construir sobre arena.
La evangelización tiene un proceso propio que no se debe invertir, so pena de perder la fuerza intrínseca de la Palabra de Dios: primero se debe presentar a Jesús, centro y base de la Buena Nueva. Después, solo después, y siempre después, se han de exponer las verdades, leyes y exigencias de ese Jesús.