José L. Caravias sj
Introducción
Hace algún tiempo, en una reunión del equipo pastoral de la zona en que trabajaba en la arquidiócesis de Cuenca (Ecuador), se constataba el impacto que producen las sectas en los miembros de las Comunidades Cristianas de Base. Se burlaban de ellos considerándolos idólatras, al hacerles leer diversas citas bíblicas en las que se ridiculiza a las imágenes: es un necio el que lleva una imagen a hombros…
En esta zona las sectas ya no podían atacar aduciendo que no usamos la Biblia, o que no somos cristocéntricos o que no vivimos en comunidad. Pero el tema idolatría es el punto flaco, donde siempre insisten, como en llaga no cerrada.
Los agentes de pastoral nos dimos cuenta de que realmente habíamos cultivado muy poco esta temática, a pesar de ser tan frecuente en la revelación bíblica. Como si tuviéramos cierto miedo a tocar el tema, quizás por recelo de que se nos considere “protestantes”.
Como fruto de la reflexión de aquella reunión de nuestro equipo pastoral se decidió que había que afrontar en serio el tema de la idolatría. Y para ello se me encargó que realizara una investigación bíblica sobre ello.
Comencé a reflexionar con las bases y al mismo tiempo a buscar estudios bíblicos sobre el tema.
La reflexión comunitaria enseguida resultó fluida y sumamente creativa. La gente verdaderamente estaba interesada en aclararse las dudas que sembraban en ellos las sectas. Y nos fuimos dando cuenta de que lo más serio del problema no eran las mismas imágenes en sí, sino la actitud que se tomara ante ellas. Pues había gente que quemaba las imágenes, pero en su actitud seguía más fanático que antes, intrigador y divisionista… Dependía de cómo se miraran las imágenes, si para justificar una actitud egoísta o como aliciente para mejorar en la conducta familiar y comunitaria.
Algo más me costó encontrar estudios bíblicos sobre el tema. Principalmente agradecí la lectura de algunos escritos de José Luis Sicre, de Pablo Richard y de Carlos Mesters. Después fui completando con diversos autores, hasta que llegué a formarme una idea más técnica sobre ello. Cuando estaba en estos avatares tuvo lugar en Madrid un congreso de Teología sobre el Dios de Vida y los ídolos de muerte; ello me ayudó a ampliar el panorama y aterrizarlo en nuestro tiempo.
Después de mucho leer y dialogar, me animo a publicar este resumen. Como ya he hecho en otras ocasiones, se trata de eso, de un resumen. En la bibliografía podrán apreciar los libros y artículos consultados.
Como este librito está destinado a agentes de pastoral populares, me he ahorrado el aparato crítico de citas, que no haría sino entorpecer la lectura. Muchas citas literales estarían llenas de palabras complicadas. Por ello transcribo con suma libertad, mezclo a unos autores con otros y aun intercalo cantidad de reflexiones personales, normalmente sacadas del mismo pueblo.
Los autores sabrán comprender esta libertad en el uso de sus escritos. Sólo pretendo poner sus esfuerzos un poquito más cerca del pueblo. En nombre de ellos les agradezco desde ya sus aportes, tan valiosos, para ayudar a este pueblo, creyente y oprimido, a distinguir con claridad entre los ídolos de muerte y el Dios de la Vida, al que ellos tan sinceramente quieren seguir.