Ilustrísimos Señores

Albino Luciani

PREFACIO

AL escribir a Charles Dickens, en una de sus populares cartas cristianas, publicadas en la revista, popular y cristiana, el Messaggero di San Antonio, y que ahora se recogen en este libro; al escribir, pues, a Dickens, igual que ha escrito a Marconi, a Péguy, a San Bernardino de Siena, a Penélope y a Pinocho, y a tantos otros personajes históricos y míticos de todos los tiempos y lugares, el autor se presenta de esta manera:

«Querido Dickens, soy un obispo que se ha impuesto la extraña tarea de escribir cada mes una carta a algún ilustre personaje».

Este obispo es el cardenal Albino Luciani, patriarca de Venecia.

Tratándose de un patriarca, uno esperaría cartas que fuesen algo así como encíclicas, con disertaciones filosóficas sobre el gobierno de los pueblos, con ponderadas investigaciones sobre la teología pastoral y sesudos consejos acerca de los problemas del patriarcado, etc. Nada de eso. Nos encontramos, por el contrario, con una prosa periodística y ágil, increíblemente ingeniosa —amén de espiritual—, de irreprimible carácter popular, con la que el autor, sin afectación alguna, analiza los problemas de la vida actual, que interesan a toda clase de gentes en todo el mundo, valiéndose para ello de una participación directa y de una experiencia nada común, y expresándose con una sencillez expositiva en la que sobresalen los aspectos menos espectaculares de personajes de elevada condición social y de amas de casa y obreros, de estudiantes y de ancianos… Analiza, con espíritu abierto, almas y cuerpos, lo divino y lo humano, sin prejuicios, con patriarcal tolerancia, animando continuamente el tema con ocurrencias imprevistas, anécdotas graciosas, agudezas de un típico humour inglés, facilitado por su amplio conocimiento de la literatura inglesa, al que se suma el conocimiento directo del alma popular. De esta forma logra el autor que el lector rompa a reír, en no pocas ocasiones, y tome de esta satisfacción impulsos para continuar la lectura, profundizando con el autor, sin esfuerzos cerebrales, los temas que se exponen y, sobre todo, convenciéndose de los motivos y de los ejemplos aducidos para liberar a los espíritus del aburrimiento, de la estupidez del mal, causa de tantos suicidios.

Por los temas abordados, y por los modos que el autor usa, percibe el lector libre la actualidad del cristianismo, sin el que la sociedad de hoy se deshace, si Dios no la apoya.

Hoy, por las teorías, muertas o moribundas, de la muerte de Dios y de la supresión del demonio (sobre el que Luciani piensa, como Baudelaire, que «la burla mejor que el diablo logra es la de hacer creer a los hombres que no existe»); hoy, tras la liquidación periodística de los dogmas fundamentales, también el término «apologética» ha caído en desuso. Pero en este epistolario vivo, surgido de una cultura sorprendente y moderna, renace una apologética poderosa, aunque afable, sin reticencias y sin ampulosas citas culturales, rica en episodios de la vida diaria; una apologética que establece la lógica discriminación de la vida y de la muerte, del castigo y del mal, para los avatares de nuestro tiempo. Se presenta, a la luz de la sabiduría eterna, una defensa de la persona y de la sociedad, que tantos organismos infortunados y tantos cerebros desorientados se afanan por exterminar.

De esta forma, el cardenal desciende del solio y se adentra en la masa, haciéndose partícipe de la vida común; y así, mientras lleva a cabo la vocación del concilio Vaticano II, revive, sin oropeles, el comportamiento del propio Jesús, el cual, a pesar de la invitación de Pedro a quedarse en las alturas admirables del Tabor en contemplación estática y extática, bajó sin detenerse al encuentro de las multitudes para instruirlas en la ciencia de la vida y para curarlas de los males físicos y morales. Y lo hizo por aquel puro amor que sirve de fundamento a esta nueva presentación de la «buena nueva».

Por este amor, todo interés personal o social lo hace suyo el escritor, siempre comprensivo y crítico, puesto al día y documentado, descubriendo en las distintas crisis del camino las misteriosas instancias de la fe en Dios con la belleza de su realidad. Al proceder así, el patriarca siembra semillas de espiritualidad sobre los terrenos del materialismo y desenmascara las ideologías tumefactas en los distintos ambientes sociológicos y políticos.

Es un magisterio nuevo, atractivo y convincente, hecho para todos, doctos e indoctos, próximos y lejanos; del mismo modo que han sido hechos para todos el aire, el agua, la tierra, al igual que el cielo y la religión.

El autor de estas cartas se muestra siempre libre (libre del mal, se entiende) y siempre comprensivo y paciente. «Habéis proclamado una cruzada —escribe a San Bernardo de Claraval—, cosa muy discutida hoy, pero que entonces encajaba en el cuadro de la época».

Se dirige al hombre común, del que ve un ejemplo en sí mismo; y como admite las propias limitaciones, por eso habla claro y dice la verdad, sin la más mínima sombra de ofensa, de tal forma que induce, aun a los más reacios, a razonar en pro de su propio bien. En el diálogo nunca ve a enemigos, sino siempre a hermanos que tienen derecho a ser informados y, con frecuencia, a ser iluminados.

La enseñanza, repito, vale para todos, profesionales y obreros, buenos y malos, clérigos y laicos, patriarcas y padres de familia. El autor es el primero en sacar provecho de esa enseñanza para sí y para sus tareas; puesto que, al fin y al cabo, no enseña otra cosa sino a bien vivir y a bien morir. Parece sentir una particular preocupación por los políticos, los gobernantes de las regiones y del municipio, por los empresarios y por los obreros, por los estudiantes y las jóvenes casaderas…; en suma, por todos. La razón es siempre la misma, todos están ligados por la común paternidad.

La enseñanza contribuye de esta manera a educar al pueblo, cuyas modas y modos de convivencia analiza, uniendo a la psicología la polémica burlona, pero penetrante, con los hermanos que, por un abuso de la libertad, don primero de Dios, se han convertido en adversarios de Dios en el cielo y de los hombres en la tierra. Conecta lo divino y lo humano, siguiendo la didáctica del Concilio, y separa por ello continuamente de la existencia los elementos mortíferos. Sabe hacerse comprender así aun de los ateos más distanciados.

Para esto trata los temas más diversos: desde la fe a la educación, desde la santidad a la cultura, desde el sexo al matrimonio, desde el turismo a la ascesis…; uniendo, siempre que pueda servir de ayuda, la terapia al diagnóstico. Continúa la tradición de los grandes forjadores de almas: Felipe Neri, Bernardino de Siena, Francisco de Sales, el papa Juan… Y habla siempre claro, conciso, mostrándonos la actualidad de un obispo que no se atrinchera frente al mundo, sino que se mete dentro del mundo para ayudar a las masas en el esfuerzo, tan fatigoso como complejo, por escalar la pared de la existencia. Por esto traduce su optimismo, firmemente anclado en Cristo, en una hilaridad original, fresca, alborozada, que tiene tanto más valor cuanto mayor es el peso con que nos agobia la presente cultura nebulosa, tan altanera como envanecida.

El cardenal Luciani resulta así un enemigo declarado del tedio: un amigo manifiesto del gozo. Su cultura está inspirada en el Evangelio, en la Iglesia, de los que extrae la universalidad de los deberes del cristiano: universalidad que lo lleva a abrirse a todo el mundo racional, dentro y fuera del cristianismo, como San Justino mártir, por lo que acoge y utiliza incluso máximas y personas de otros sistemas.

Nada humano considera ajeno a sí: postura decisiva para llegar a la unidad humana, fruto de la política del amor.

Y al enseñar este patrimonio de Cristo —el testamento del amor—, Luciani muestra un amor «práctico», hecho de fe y de obras, por medio de una caridad volcada en las pequeñas cosas de cada día, en aras del perdón sin límites ante cualquier tipo de violencia y error.

En otros casos, me habría sentido embarazado al tener que alabar sin reservas a un escritor, aunque sólo sea de epístolas dirigidas a todo el mundo, de todos los tiempos. Pero no es éste el caso del patriarca de Venecia, porque precisamente él, en estos escritos, hace una divertida y convincente liquidación de los elogios que circulan por las calles (y las casas) de noche y de día.

Esto no me impide confesar que desde hace muchos años no había llegado a mis manos un libro tan atractivo, vivo y útil para mí, y, según creo, para todos.

IGINO GIORDANI

Roma, 10 de enero de 1976.


Para activar la descarga es necesario una suscripción. Algunos libros requieren de una suscripción premium.

epub
epub
mobi
mobi
pdf
pdf


Adquiere una suscripción

¿Ya tienes una suscripción?

Ingresa aquí:


DETALLES DE ESTE LIBRO


Más de este autor/tema


No se han encontrado entradas.
El Gran Inquisidor: ¡Torquemada!

El Gran Inquisidor: ¡Torquemada!

En la obra "La Verdad sobre la Inquisición” expusimos las mayores dificultades con que se tropieza quien quiere llevar a alguien un concepto justo de ...
Memorias de un exorcista

Memorias de un exorcista

El gran conjunto arquitectónico situado en la calle Alessandro Severo es una auténtica ciudadela, presidida por una basílica de imponente cúpula, sede del cuartel general ...
Hacia el Padre

Hacia el Padre

EL AUTOR El P. José Kentenich (1885-1968) es el fundador de la Obra de Schoenstatt. Su proceso de beatificación fue iniciado oficialmente el Año Santo ...
La Santa Misa Testimonio de Catalina Rivas

La Santa Misa Testimonio de Catalina Rivas

En la maravillosa catequesis con la que el Señor y la Virgen María nos han ido instruyendo -en primer lugar enseñándonos la forma de rezar ...
Encuentro

Encuentro

Padre Ignacio Larrañaga, sacerdote franciscano, capuchino de origen español. Nació en Loyola el 4 de mayo de 1928. Es ordenado sacerdote en Pamplona, desarrolló por ...
Subida al monte Carmelo

Subida al monte Carmelo

Trata de cómo podrá un alma disponerse para llegar en breve a la divina unión. Da avisos y doctrina, así a los principiantes como a ...
La Pasión del Señor

La Pasión del Señor

La Pasión y Muerte con que nuestro Rey y Salvador Jesucristo dio fin a su vida y predicación en el mundo es la cosa más ...
Santa Gema Galgani y su Ángel Custodio

Santa Gema Galgani y su Ángel Custodio

Santa Gema Galgani es una de las santas más extraordinarias de la historia de la Iglesia. Ella vivió en propia carne la Pasión de Jesucristo ...
Obras completas de Jacques Philippe

Obras completas de Jacques Philippe

JAQUES PHILIPPE es miembro de la Comunidad de las Béatitudes. En su seno ha asumido importantes responsabilidades (consejero general, responsable de los sacerdotes y los ...
El Salvador y su amor por nosotros

El Salvador y su amor por nosotros

En el transcurso de la historia se han escrito buenos tratados sobre Jesucristo: estudios de hondura teológica, biografías de su caminar por la tierra, comentarios ...
La religión y el origen de la cultura occidental

La religión y el origen de la cultura occidental

Hay varias razones para alegrarse de tener este libro otra vez entre manos. Digo otra vez porque se trata de una reedición y eso quiere ...
Los hizo varón y mujer

Los hizo varón y mujer

El amor humano matrimonial es una de las maravillas salidas de las manos de Dios. Es la unión de un hombre y una mujer para ...
Todo lo Puedo en Aquel que me Conforta

Todo lo Puedo en Aquel que me Conforta

Con motivo de los 2,000 años del nacimiento de san Pablo, el Papa Benedicto XVI proclamó un año jubilar del 28 de junio de 2008 ...
Desde el fin de la primera pascua hasta la prisión de Juan Bautista Tomo V

Desde el fin de la primera pascua hasta la prisión de Juan Bautista Tomo V

Desde Betania, donde Jesús estuvo algún tiempo como oculto, se dirigió al bautisterio, cerca de Ono. Los arreglos que allí se habían hecho los custodiaba ...
Ratzinger y San Josemaría Escrivá

Ratzinger y San Josemaría Escrivá

   Conocí al fundador del Opus Dei el 15 de mayo de 1970, día en que llegó a México por primera y única vez. Cinco ...
Diario De Un Cura Rural

Diario De Un Cura Rural

Si decimos que Georges Bernanos fue el más grande novelista de su tiempo, nadie se sorprende; pero nadie se convence tampoco, puesto que el mito ...
El padre Pío y la oración de quietud

El padre Pío y la oración de quietud

Para dar a conocer y difundir la oración de quietud, he impartido muchos cursos de «Iniciación en la oración de quietud» en instituciones de formación ...
365 días con San Ignacio de Loyola

365 días con San Ignacio de Loyola

Se ha escrito mucho sobre san Ignacio de Loyola y por tanto no vamos a descubrir nada nuevo, pero sí queremos reseñar algunos puntos que ...
Manual para los Catequistas de hoy

Manual para los Catequistas de hoy

Los museos antropológicos de nuestros países, las ciudades aztecas o mayas, las antiguas edificaciones coloniales, escuelas, universidades, hospitales y palacios construidos por los colonizadores, son ...
¡Auxilio! me casé con un músico

¡Auxilio! me casé con un músico

Es una bendición contar con un amigo. Doble bendición cuando tienes por amigos a un hombre y una mujer que forman una bella pareja. Si ...
Razones para vivir

Razones para vivir

Y van… cuatro. Cuando, hace ahora cuatro años, firmé la introducción de «Razones para el amor» me prometí a mis lectores que aquélla era la ...
Directorio para la Catequesis 2020

Directorio para la Catequesis 2020

El camino de la catequesis de estas últimas décadas ha estado marcado por la Exhortación Apostólica Catechesi tradendae. Este texto representa no sólo el recorrido ...
El Espejo de Las Sagradas Escrituras

El Espejo de Las Sagradas Escrituras

¿Quién ignora que en las Sagradas Escrituras (es decir, las acordes con la ley, proféticas evangélicas, apostólicas y sancionadas por la autoridad canónica) existen pasajes ...
Teresa de Calcuta, Novela de un alma

Teresa de Calcuta, Novela de un alma

Es la primera verdadera santa contemporánea, y no solamente desde el punto de vista cronológico, ya que ha vivido y pertenece a nuestro tiempo, sino ...
El hijo pródigo. El que busca a Dios, lo encuentra

El hijo pródigo. El que busca a Dios, lo encuentra

Lucas inicia el capítulo quince de su evangelio presentando dos grupos de personas con dos actitudes diferentes ante la Palabra que sale de la boca ...
Hemos encontrado Misericordia

Hemos encontrado Misericordia

En la primera carta a Timoteo, se dice sobre la conversión de san Pablo: «Pero por eso he encontrado misericordia, para que yo fuera el ...
El Rosario de María

El Rosario de María

El presente folleto, en forma de esquemas sugerentes, fue preparado por los alumnos teólogos de la Pontificia Facultad Teológica de San Esteban de Salamanca (P.P ...
Sabiduría de un pobre

Sabiduría de un pobre

La palabra más terrible que haya sido pronunciada contra nuestro tiempo es quizá ésta: “Hemos perdido la ingenuidad.” Decir eso no es condenar necesariamente el ...
El Credo del Pueblo de Dios

El Credo del Pueblo de Dios

1. Clausuramos con esta liturgia solemne tanto la conmemoración del XIX centenario del martirio de los santos apóstoles Pedro y Pablo como el año que hemos ...
Directorio General para la Catequesis

Directorio General para la Catequesis

LA CATEQUESIS EN LA MISIÓN EVANGELIZADORA DE LA IGLESIA « Id por todo el mundo y anunciad el Evangelio a toda la creación » « ...
0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta