Jesús, hoy
Albert Nolan
Prólogo
Este es un libro maravillosamente fresco y vibrante. Aunque Albert Nolan escribió «¿Quién es este hombre?»: Jesús, antes del cristianismo hace más de treinta años, su voz sigue siendo vigorosa y joven. En un mundo hambriento de espiritualidad, nos ofrece una espiritualidad que está fundada en la vida de Jesús, que es Su espiritualidad y, por encima de todo, es una espiritualidad de libertad radical.
Albert empieza analizando nuestra cultura contemporánea y los desafíos que estamos afrontando al comienzo de este tercer milenio. Contempla el profundo individualismo que trastorna nuestras vidas y nuestra felicidad, así como los efectos de la globalización, para bien o para mal. Su análisis de la nueva ciencia es, en mi opinión, especialmente iluminador. Albert muestra cómo ésta nos invita a una manera de pensar radicalmente nueva, dejando atrás el modelo mecanicista de la época de Newton. Esta nueva ciencia no es rival de la religión, sino que nos invita a mirar de nuevo con asombro y deleite.
Para poder afrontar las extraordinarias posibilidades y peligros de este momento necesitamos una espiritualidad que sea dinámica y profunda. Para encontrarla, Albert Nolan nos remonta hasta Jesús. Aun cuando me he dedicado durante cuarenta años a estudiar y enseñar los evangelios, me ha vuelto a impresionar la inagotable capacidad de Jesús para sorprendemos y para ser siempre nuevo. Este libro de Nolan nos permite percibir el asombro que produjo la irrupción de este «Mesías al revés» en el mundo del judaismo del siglo I.
En el corazón de la visión que Nolan presenta de Jesús se encuentra la profunda relación que éste tenía con aquel a quien llamaba su abbá. Como me explicó recientemente cuando viajábamos juntos hacia Durban, este título no significa algo tan trivial como «papaíto», sino que implica una relación de la más profunda intimidad, más allá del género, sin asomo alguno de patriarcalismo. «Si nos resulta difícil tomar a Jesús en serio y vivir como él vivió, es porque todavía no hemos experimentado a Dios como nuestro abbá. La experiencia de Dios como su abbá fue la fuente de la sabiduría de Jesús, de su claridad, su confianza y su libertad radical. Sin esto es imposible comprender por qué y cómo hizo las cosas que hizo».
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