Padre Ángel Peña Benito
Vive tu vida con alegría. La vida es un don maravilloso. Fuimos creados para el gozo y la alegría de vivir con Dios, pero el pecado trastornó los planes divinos y desde entonces la vida es una lucha constante, una prueba, una gran batalla. Para ganarla debemos obedecer a Dios, que, como buen Padre, sabe mejor que nosotros los que nos conviene. Debemos amarlo con todo el corazón y seguir sus mandamientos.
No olvidemos que sólo se vive una sola vez. Por eso, debemos aprovechar bien el tiempo de vida que Dios nos dé. Vivamos de cara a la eternidad que nos espera. Demos más importancia al alma que al cuerpo, a las cosas espirituales que a las materiales. Si empleáramos tanto tiempo en el cuidado del alma como el que empleamos en el cuidado del cuerpo, qué bien nos iría. Pero, con frecuencia, nos olvidamos de Dios y de las cosas espirituales y vivimos abocados totalmente al cuerpo y a las cosas de este mundo. Perdemos de vista la perspectiva del más allá y olvidamos que esta vida es pasajera. No queremos darnos cuenta de la gran realidad de la muerte, que puede venir en cualquier momento.
Por ello, debemos vivir conscientes, con la mirada en alto, siempre preparados, sin olvidar que la vida es demasiado frágil y que puede romperse en cualquier momento. Aprovechemos cada minuto de sesenta segundos que nos lleven al cielo. Como decía el fundador del Opus Dei, san Josemaría Escrivá de Balaguer: “Este mundo se nos va de la mano, no podemos perder el tiempo, hay que administrarlo bien, con sentido de la responsabilidad. Pero no debemos desear morir antes de tiempo. Debemos desear vivir hasta haber cumplido fielmente nuestra misión. Hemos de desear vivir para trabajar por nuestro Señor, para hacer el bien a los hermanos”.