Emilio Alberich Sotomayor
PRESENTACIÓN
Nuevos caminos para educar en la fe desde la familia
La familia constituye una realidad emergente dentro de la acción pastoral de la Iglesia. Por eso, afrontar su papel en el conjunto de la transmisión de la fe constituye una cuestión de gran actualidad. Ciertamente, la fe es un don, no el producto de nuestros esfuerzos. Sin embargo, para que nos alcance necesita de mediaciones, entre las que sobresale el testimonio de la familia cristiana. De ahí la pregunta sobre el alcance y posibilidades de la familia como lugar de educación de la fe. De hecho, muchas familias han dejado de ser una realidad en la que la fe se transmitía de manera casi espontánea. Todo un síntoma de una nueva situación de la vida familiar, tanto desde la perspectiva social como eclesial.
Sin embargo, todos coinciden en el valor fundamental de la familia para la transmisión de la vida, de la cultura, de los grandes valores éticos, y también de la fe. De hecho, en los últimos cincuenta años, la atención a la familia ha constituido uno de los acentos fundamentales de la solicitud pastoral de la Iglesia. Una propuesta que ha surgido en el corazón de todo un proceso de renovación eclesial, impulsado por una nueva conciencia evangelizadora ante los cambios culturales que vivimos, y que ha llevado a un nuevo protagonismo de las familias en todas las dimensiones de la vida eclesial, especialmente en lo que atañe al crecimiento de la fe de los propios padres y de los hijos.
En esta línea, la acción catequética de la Iglesia ha insistido en el valor propio de la familia como lugar «donde el Evangelio es transmitido y [desde] donde este se irradia» (Evangelii nuntiandi 71). Toda familia puede hacer suyas estas palabras que señalan la función propia de la Iglesia: «Como una madre que enseña a sus hijos a hablar y, con ello, a comprender y comunicar, la Iglesia, nuestra madre, nos enseña el lenguaje de la fe para introducirnos en la inteligencia y la vida de fe» (Catecismo de la Iglesia católica n. 171). Una misión que requiere de un vigor de la fe que no puede darse por supuesto, que es preciso alentar, pues hoy las dificultades para vivir como cristianos afectan a todas las familias, inmersas en unas condiciones de vida que no siempre favorecen el desarrollo de su misión.