La llamada de Dios
Alfonso Aguiló Pastrana
1. El encuentro con la verdad sobre uno mismo
Dios no habla,
pero todo habla de Dios.
Julien Green
Cuenta Maxim Gorki la historia de un pensador ruso que pasaba por una etapa de cierta crisis interior y decidió ir a descansar unos días a un monasterio. Allí le asignaron una habitación que tenía un cartelillo sobre la puerta en el que estaba escrito su nombre. Por la noche, no lograba conciliar el sueño y decidió salir a dar un paseo por el imponente claustro. A su vuelta, se encontró con que no había suficiente luz en el pasillo para leer el nombre que figuraba en la puerta de su dormitorio.
Fue recorriendo el claustro y todas las puertas le parecían iguales. Por no despertar a los monjes, pasó la noche entera dando vueltas por el enorme y oscuro corredor. Con la primera luz del amanecer distinguió al fin cuál era la puerta de su habitación, por delante de la cual había pasado tantas veces a lo largo de la noche, sin advertirlo.
Aquel hombre pensó que todo su deambular de aquella noche era una figura de lo que a los hombres nos sucede muchas veces. Pasamos por delante de la puerta que conduce al camino que estamos llamados, pero nos falta luz para verlo.
Por eso, saber cuál es nuestra misión en la vida es la cuestión más importante que debemos plantearnos cada uno, y que podemos plantear a quienes queremos ayudar a vivir con acierto. La vocación es el encuentro con la verdad sobre uno mismo. Un encuentro que proporciona una inspiración básica en la vida, de la que nace el compromiso, el cometido principal que cada persona tiene, y que quien es creyente percibe como los planes de Dios para él. La vocación incluye todo aquello que una persona se ve llamada a hacer, lo que da sentido a su vida.
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