Giuliana Buttini in Crescio
INTRODUCCIÓN
«Si prestas atención,
hasta las piedras hablan»
(Gitta Mallasz)
¡Querido lector de estos mensajes de Jesús!
Si en tu espíritu existe un profundo deseo de llegar a Jesús, si el Espíritu ha hecho brotar en ti una gran necesidad de buscar a Jesús puro hombre, no el Jesús de los revolucionarios, de los libertadores políticos, de los hippies extravagantes, sino el verdadero Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María, y has abierto con curiosidad las páginas de este libro sin saber nada de cómo fueron elaboradas y escritas, escucha esta historia sencilla. Una madre de familia normal, sin formación teológica, simplemente cristiana, atraviesa una grave crisis de fe por la desaparición dolorosa e inexplicable de su hijo único, amado con un amor materno total y exclusivo. A la muerte de su hijo de veinte años surge en su interior una fuerte rebelión contra el Dios que tan cruelmente le arranca el fruto de su vientre. Sin embargo, Jesús, conmovido por su dolor, como lo fuera en el Evangelio por el de la viuda de Naim, acude en su ayuda, no ciertamente resucitando a su hijo, sino permitiéndole una familiaridad sobrehumana con él, llevado para siempre al mundo de los seres celestiales.
La familiaridad con el hijo, que pertenece ya definitivamente al mundo de la eternidad, abre en la madre una nueva y misteriosa comunicación y conversación con el mundo de los seres que han trascendido el tiempo y la realidad de nuestra existencia corporal. Desde la primera gracia que la reunirá con el mundo del hijo perdido, las personas del más allá serán los amigos y compañeros de su vida sencilla de cada día.
En esta singular conversación y familiaridad con el mundo de los seres que coexisten con nosotros, sin vivir con nosotros, un día se entabla el diálogo con la sagrada humanidad de Jesús.
No te asustes al leer esto. Por poca cultura religiosa que tengas, sabes que son incontables los místicos que han sido agraciados con la familiaridad con Jesús. Sabes también que son numerosas en los últimos tiempos las intervenciones maternales de la Virgen en manifestaciones que han obtenido el reconocimiento oficial de la Iglesia.
¿No era, por tanto, lógico que, ante las acciones maternales de María, que preparan siempre al encuentro de las almas de buena voluntad con Jesús, éste se dignase irrumpir con misteriosa complacencia en su mundo para participar con su Palabra eternamente presente y operante, dando comienzo a un modo nuevo de acercarse a las almas necesitadas de luz y de fuerza?