La Santa Misa
Padre Mateo Crawley-Boevey
LA MISA EN EL SENTIR DEL PUEBLO
Lo confesamos con inmensa satisfacción, que de algunos años a esta parte se escribe y se predica mucho sobre la Santa Misa. Y es un hecho que los fieles han dado un gran paso hacia el Altar, y con fe mucho más viva, porque es más consciente e ilustrada.
Pero, digámoslo muy francamente, falta mucho todavía por hacer realizar el ideal de la Iglesia a este respeto. ¡Ah, son todavía muy numerosas las almas buenas, pero de una piedad de “carbonero”, esto es, sin Catecismo; de buena voluntad, pero sin suficiente instrucción, y que van a Misa solo para Comulgar, y no para participar al gran Sacrificio, no para glorificar a la Trinidad, ¡oh, no!
La Divina Eucaristía se reduce para muchos cristianos – y no los peores – casi exclusivamente al Pan consagrado que se reparte en el Comulgatorio. Para estas personas la Misa no es sino la ceremonia litúrgica durante la cual es de regla que se puede comulgar. La Misa, pues, para estos, no es sino la llave de oro que les abre el Sagrario, siempre para comulgar…El Sacrificio, como tal, no cuenta, y durante este rezan Rosarios y novenas a todos los Santos, en espera de la Santa Comunión, que se hace por devoción privada… Ya lo he dicho; estas personas, inconscientemente, separan el Sacrificio del Sacramento. Hay, si buena fe; pero sería preciso más verdadera fe.¡
Que bien dijo aquel gran teólogo cuando afirmo, contra el rebaño de piadosos sin doctrina!: «Quien no aprecia grandemente el Santo Sacrificio de la Misa no será un alma eucarística. Ese tal no aprecia, no puede apreciar la Sagrada Comunión, aunque comulgue a diario.» ¡Ay! En tales casos, la rutina y la ignorancia combinadas desempeñan un papel nefasto en esa devoción desabrida, que es como leche descremada.<
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