La tiniebla en el exorcismo
Padre José Antonio Fortea
Introducción
El enfoque de esta obra
Cartografíar los problemas que puede generar y genera la práctica del exorcismo, ése ha sido el propósito de esta obra. Este escrito desearía ser una especie de mapa general de toda la problemática teológica y eclesial que se produce en el desempeño de este ministerio. Y, por tanto, los siguientes capítulos querrían no dejar de analizar los problemas más complejos. Sino, por el contrario, abordarlos, aunque sea de forma muy breve, o cuando menos dejar constancia de su existencia. Aspiramos a no soslayar los problemas más extraños e intrincados, sino al menos a catalogarlos.
Después de que tantos autores hayan estudiado qué sea el exorcismo a través de una teología positiva, había llegado el momento de construir una teología negativa. Es decir, después de haber profundizado en qué es el exorcismo, quedaba por analizar qué no es el exorcismo, qué no debe ser y en qué no debe convertirse. No se me oculta que no pocos al leer estas páginas, considerarán que todavía falta la construcción de una verdadera teología positiva sobre el exorcismo. Sin querer entrar en ese debate, abordar esta compleja temática a partir de una teología negativa puede ser un modo renovador de abordar esa misma teología del ministerio exorcístico. Un modo renovador que puede ofrecer, sin duda, nuevas luces sobre un tema tan oscuro. O si no oscuro, al menos que ofrece incertidumbres que no aparecen en otras facetas de la teología.
Si la idea de confeccionar un mapa general ha sido el propósito que ha puesto en marcha esta construcción teológica, quizá también conviniera explicar lo que se ha intentado que no fuera esta obra. Desde la primera línea ha sido la más sincera intención del autor que el presente trabajo no se convirtiera en el campo donde convencer de puntos de vista personales. Mostrar los problemas, y una vez explicados esos problemas, intentar delimitar cuáles son los extremos viciosos, así como los caminos para la posible solución. Tal es la pretensión de estos capítulos. Labor que ha requerido una constante vigilancia sobre la mano redactora, para no tratar de imponer los propios criterios, las preferencias personales. Mostrar que no demostrar, analizar que no decidir, no se nos presentó como poca labor teológica.
Y así, esta obra, en ningún momento, debería intentar limitar el campo de lo teológicamente posible, de lo pastoralmente razonable. Y desde este respeto a las infinitas posibilidades que el futuro ofrece en cualquier campo teológico o pastoral, se ha buscado delimitar las zonas de lo inaceptable, de lo no razonable, y a veces, incluso, con desconfianza de nosotros mismos, hemos tratado de indicar lo conveniente.
Para la realización de esta obra, la primera labor ha sido la de la auditio. Escuchar a unos y otros: obispos, vicarios episcopales, exorcistas, grupos de oración y personas por las que se ha orado. Para realizar esta obra, no hubiera resultado poca labor limitarnos a recoger esas indicaciones, puntos de vista, quejas y sugerencias de todas estas personas. No fue sencillo recoger ese material diverso, heterogéneo, muchas veces caótico, y clasificarlo de un modo ordenado, estudiarlo teológicamente y, finalmente, extraer algunas conclusiones. Realizar tal cosa no fue una tarea leve, ciertamente, pues estamos hablando de un ministerio de características planetarias, que trabaja con algo tan misterioso como es la oración, la gracia y los demonios, y realizando esa labor en medio de posiciones teológicas muy encontradas entre el clero.
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