Libro de Las Obras Divinas
Santa Hildegarda de Bingen
PRESENTACIÓN
Amigo lector: vas a leer la obra, para mí, más fascinante de Sta. Hildegarda.
Aunque para ser precisos, Santa Hildegarda no se atribuye su autoría, pues ella dice ser únicamente un instrumento y repetidamente alude a que todas sus obras las ha visto con los ojos interiores del espíritu, las ha escuchado con los oídos interiores, y en suma, le han sido dictadas por “una luz cegadora de brillantez excepcional que fluyó por mi cerebro entero”
La idea fundamental del libro es la unidad de creación. En la obra se manifiestan algunos de los atributos de Dios:
Su Sabiduría, que ordena la creación y todo lo hace con un fin.
Su Omnipotencia, pues Dios es fuente de toda la vida, y todos los elementos, sol, luna, estrellas, vientos, aguas, animales, vegetales, ángeles, incluso involuntariamente los demonios en su libertad, cumplen su misión de modo preciso.
Su Misericordia, pues todos los problemas del cosmos y del hombre, encuentran solución en su Verbo, nexo de unión entre toda la Creación.
Toda la creación es reflejo de la gloria y del amor de Dios. En el hombre, creado a imagen de Dios, está resumido de una u otra manera todo el cosmos, y por eso también todo el cosmos influye en el hombre, están interelacionados. Pero Dios crea al hombre libre igual que a los ángeles, y en aras de esa libertad el hombre debe escoger entre reconocer, aceptar y adorar a su Creador u oponerse a Él.
La caída del hombre afectó a toda la creación, pero la promesa de la Redención se dio a nuestros primeros padres, continuó a lo largo de la historia de la humanidad por medio de los profetas y se concretó en el Verbo por medio de la Iglesia.
Santa Hildegarda nos dice que la impiedad se extenderá, y cómo las diferentes edades de los últimos tiempos precederán a la llegada del Anticristo, su ruina, el fin del mundo y la recapitulación de toda la creación a Dios.
En este libro de estructura original y lenguaje preciso, las visiones, que preceden a cada capitulo, ricas en formas y símbolos, dan interesantes explicaciones y singulares alegorías de diferentes capítulos de la Biblia y descubren una forma nueva de ver la obra de Dios, siempre en plena sintonía con la doctrina de la Iglesia Católica.
En su epílogo, Hildegarda culmina el libro: “Y ahora, de nuevo sean dadas alabanzas a Dios omnipotente en todas sus obras, antes de los siglos y todos los siglos, porque él es el principio y el fin”.
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