Los orígenes históricos del cristianismo
José Miguel García Pérez
PRÓLOGO
Desde el año 1994 existe en la Universidad Complutense una Cátedra de Teología gracias al acuerdo firmado entre el Rectorado de dicha universidad y el Arzobispado de Madrid. En ella se ofrece a los estudiantes que lo deseen la posibilidad de cursar materias relacionadas con la historia y la teología cristianas. Una de ellas lleva por título Orígenes históricos del cristianismo y se imparte en la Facultad de Historia. Dado que no todos los alumnos que la eligen son de esta facultad, en la primera clase del curso suelo pedir a los alumnos que expresen sus ideas sobre algunos conceptos esenciales de la asignatura; entre ellos, como es lógico, siempre incluyo el objeto de nuestro estudio: el cristianismo.
Hay dos concepciones que se repiten en las respuestas. Algunos alumnos consideran el cristianismo una religión, un camino para relacionarse con Dios. A veces, incluso se detienen a especificar que es una más entre otras igualmente válidas: «El cristianismo es una religión monoteísta, como puede ser la judía o musulmana». Otros subrayan su dimensión ética: «El cristianismo se rige por una serie de normas que se reflejan en los mandamientos». Cuando detallan las normas éticas, suelen destacar solamente las sociales: «El cristianismo nos transmite un mensaje de contenido social que es ayudar a los que te rodean… Ante todo es amor al prójimo y ayuda al amigo, al que necesita ayuda y apoyo». Por su modo de expresarse, deduzco que estas dos concepciones son las más defendidas por los que provienen de una educación cristiana o practican dicha «religión».
Los críticos o aquellos que se confiesan explícitamente ateos o agnósticos, concibiendo el cristianismo de un modo muy similar a los creyentes, es decir, como una religión o una filosofía, expresan una sospecha o acusan abiertamente a la Iglesia de manipulación. He aquí algunas respuestas típicas de este grupo de alumnos: «Dudo si Jesús pretendió fundar una nueva religión. Más bien creo que fueron sus discípulos los que la crearon y difundieron hasta que Pablo de Tarso la dotó de toda una arquitectura: creencias, ritos, etc.» «El cristianismo tiene grandes dosis de corriente filosófica. Es una corriente ideada por Jesús. ¿Para la salvación de las almas? Puede ser, o puede que sea para rebelarse contra su época. Deberíamos preguntarnos: ¿tenía su creador conciencia de las dimensiones que alcanzaría su doctrina? Y lo que es más importante, ¿estaría de acuerdo con ello?» «Para mí el cristianismo es una de tantas religiones, innecesarias y perjudiciales para la sociedad. En nombre de ella se han destruido ciudades, ha muerto mucha gente y se ha justificado lo injustificable».
El presente libro intenta responder a la pregunta que todos los años planteo a mis alumnos: ¿Qué es el cristianismo? Lo he escrito pensando sobre todo en esos universitarios con los que me encuentro cada año en las clases. En él, por tanto, intento dar una respuesta que valga tanto para el cristiano como para el ateo o agnóstico. Para ello, estudio las fuentes paganas y judías, pero sobre todo las cristianas, que son las que ofrecen una información más extensa sobre el cristianismo y sus orígenes. Creo que es esencial partir de lo que el cristianismo dice de sí mismo y ser leales con lo expresado en los primitivos escritos cristianos. Luego, quizá, se rechace lo que pretendió y sigue pretendiendo ser, pero es fundamental comenzar midiéndose con el cristianismo real que se expresa en las fuentes, no con lo que suponen o imaginan algunos autores. La tarea no es fácil. No sólo por las peculiaridades de los escritos cristianos, sino sobre todo porque se cree conocer lo que es el cristianismo y pocos asumen el trabajo de confrontarse lealmente con los testimonios originarios; «nadie aprende aquello que cree ya saber».
Esta monografía no aborda todos los aspectos implicados en el nacimiento del cristianismo ni su existencia en los primeros siglos. Intenta responder a la pregunta sobre quién fue Jesús de Nazaret, conocer la primera difusión del cristianismo en Palestina y su posterior propagación inicial en Asia Menor y Europa, y describir brevemente su relación con el Imperio romano. Es decir, nuestro estudio no sobrepasa el siglo primero. La razón de esta limitación temporal se debe al contenido de la asignatura que imparto en la Universidad, pues en gran medida el libro depende de esas lecciones. Soy consciente de que la exposición, aunque se atenga a las fuentes y hallazgos arqueológicos, es hipotética y no definitiva. Es posible que nuevos descubrimientos y estudios ayuden a descubrir aspectos nuevos que exigirán una revisión de lo expuesto en este libro. No obstante, la reconstrucción histórica que ofrezco la considero definitiva en sus rasgos esenciales y fiel a los datos que nos han transmitido las fuentes.
Agradezco a José Miguel Oriol su lectura y corrección del original, junto a las útiles sugerencias que me ha propuesto para mejorar su contenido. De igual modo doy las gracias a María Vírseda por los diseños de los mapas y dibujos que han sido insertados en el libro.
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