Los Profetas y La Salud Del Pueblo
Carlos Mesters oc
INTRODUCCIÓN
¿Existe alguna relación entre la acción de los Profetas y el trabajo en favor de la salud del pueblo? En general, los profetas del A.T., casi no tocan el tema de la salud del pueblo. De vez en cuando, aparecen rezando por algún enfermo (Is. 38, 1-6; 1. Reyes 13,6), o prevén un futuro en que, por el poder de Dios, los ciegos, sordos, cojos y mudos serán curados(Is. 29,18; 35,5-6) No se debe olvidar, además, que la visión con la que el pueblo de Dios enfrentaba los problemas de la salud y de la enfermedad, ya fue rebasada por la medicina moderna. De ahí que se justifica la pregunta que se hacen muchos; “Será que la Biblia, y en particular los profetas, tienen aún algún mensaje relevante para los que hoy trabajan en la pastoral de la salud”?
Un ejemplo concreto. En el libro del Deuteronomio, Dios afirma categóricamente: “Yo soy yo, y no hay otro. Soy el que mata y hace vivir, soy el que hiere y vuelve a curar. Y nadie escapa de mis manos” (Dt. 32,29). Tomando al pie de la letra, este texto desestimula cualquier trabajo en favor de la salud del pueblo y sugiere que la oración es el único remedio válido para combatir la enfermedad. Como este, existen muchos otros textos en la Biblia. ¿Cuál es su valor? ¿Sirven para nuestro trabajo en favor de la salud del pueblo?
El profeta es hijo de su tiempo y de su cultura. Sobre todo en esta área de salud y de la enfermedad, la cultura del pueblo de la Biblia era bien diferente de la nuestra. Es otro mundo. Conviene tener presente estas diferencias culturales cuando se quiere evaluar la posición de los profetas frente al problema de la salud del pueblo. De otro lado, se corre el peligro de caer en concordismos superficiales que pueden conducir a conclusiones forzadas, sin fundamento en los textos bíblicos, y desastrosas para la propia salud del pueblo. Por ejemplo: existen personas que, en nombre de la Biblia, prohíben la transfusión de sangre. Otros, en nombre de la misma Biblia, prohíben comer carne de cerdo, etc.
Por otro lado, no conviene exagerar las diferencias de cultura hasta el punto de provocar una ruptura y de impedir que se perciban las semejanzas. Conviene saber leer por detrás de las palabras y descubrir la gran preocupación por la vida humana que ahí se revela. Sólo así, a pesar de las diferencias y de otra cultura, los textos bíblicos comenzarán a hablar de nosotros y de nuestros problemas.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!