Carlo Maria Martini
Introducción
Ha sido un gesto verdaderamente arriesgado el pedir la predicación de los ejercicios a un anciano de casi ochenta años, con una voz ahora un poco aguda y con los achaques de la edad. Hagamos un gran acto de confianza en Dios, que nos sostendrá momento a momento según lo que le plazca. He aceptado con mucha alegría esta invitación para volver a veros a vosotras, a las que conozco una a una. Os reconozco en vuestra belleza interior y exterior, porque cuando el alma permanece en su constante propuesta de servicio a Dios permanece bella y esta belleza se difunde. Admiro todo esto en cada una de vosotras. Vuelvo a pensar en los muchos momentos que he pasado con vosotras desde 1980 hasta hoy, en diferentes vicisitudes, pero siempre con la ayuda del Señor. Así pues, estoy muy contento de volver a veros, os quiero mucho, os tengo presentes desde hace mucho tiempo en mi oración y todavía más a partir de hoy, aunque ya rezo por vosotras desde hace tiempo. Nos encontramos en un lugar santo: el lugar en el que el Arca de la Alianza, de la que habla el primer libro de Samuel, permaneció durante veinticinco años, entre los filisteos, que ya no la querían, y los israelitas, que tenían miedo de ella. Parece que permaneció precisamente sobre este monte. La intuición carismática de una hermana de la congregación de San José sobre la presencia de antigüedades escondidas en este monte se reveló exacta. Las excavaciones realizadas a comienzos del siglo XX condujeron al descubrimiento de un mosaico del siglo IV, que todavía puede verse en la inmensa basílica. Desde entonces, se considera este lugar como el de la fidelis arca, de Nuestra Señora de la Alianza. La Virgen, que está sobre el campanario y que puede verse también desde las zonas de alrededor, es la Virgen del Arca de la Alianza; en consecuencia, el recuerdo del Arca de la Alianza está muy vivo: a partir del recuerdo de David, que vino aquí desde Jerusalén sacrificando animales, saltando, bailando ante el Arca y la llevó hasta la era de Obed en Jerusalén. El recuerdo de la gracia que descendió sobre este lugar por la presencia del Arca nos abre también al misterio de María, Arca de la Alianza, Arca de Cristo. Se trata de un lugar santo y se encuentra en una posición especial, porque podemos contemplar las luces de Jerusalén, por una parte, pero también las luces del mar Mediterráneo: estamos más o menos a mitad de camino, a unos veinte kilómetros de Jerusalén, en la subida que lleva a la ciudad santa. Nuestros pies suben a tus puertas, Jerusalén, Jerusalén ciudad compacta, Jerusalén ciudad del gran Rey, Jerusalén que se asienta en torno a los montes…