¿Nos conoce Jesús? ¿Lo conocemos?
Hans Urs von Balthasar
Prefacio
La situación es confusa. Por una parte, parecen repetirse las escenas bíblicas en las que Jesús es rodeado por la muchedumbre, es empujado, apretujado…; la devoción a Jesús gana nuevos horizontes tanto dentro de la Iglesia como fuera de ella. Y, por otra parte, los exégetas no cesan de levantar barreras que hacen cada día más difícil nuestro acceso al Jesús histórico, acceso que, a veces, resulta completamente imposible.
A grandes rasgos podríamos describir la situación de la manera siguiente: el pueblo, o bien no tiene en cuenta esas barreras o, sencillamente, las derriba impulsado por el instinto certero de que ningún especialista tiene potestad para relativizar el acontecimiento único de Jesús y la significación actual que encierra su figura, «Tengo que ir a Él», dice el hombre sencillo (am-ha-arez), «porque me pertenece».
Las dos consideraciones que hago a continuación no pretenden dirimir el conflicto existente entre la piedad ingenua y la exégesis científica. Pero expresan la convicción de que sólo los escritos de la Nueva Alianza como testimonios de fe, y tomados en su totalidad, son capaces de ofrecer un retrato plástico y plausible de Jesucristo, mientras que todo intento de aproximación crítica a su persona situado fuera de la fe testimoniada en las Escrituras será, a lo sumo, una imagen deslavada, desfigurada, no auténtica, y por consiguiente no interesante, de Jesús.
No hay que darle más vueltas: sólo quien está convencido de ser conocido personalmente por Jesús, logra acceder al conocimiento de Él; y únicamente quien tiene la seguridad de conocerle tal cual es, se sabe también conocido por Él.
Basilea, 6 de enero de 1980
Hans Urs von Balthasar
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