Javier Melloni Rivas
PRÓLOGO
Los pensamientos y las palabras maduran como resultado de un proceso que no depende de la propia voluntad. Crecen en lo profundo, desde su raíz. Esto es lo que distingue una gestación de una mera producción. Sucede en lugares inaccesibles a la conciencia, a un ritmo que uno no elige. Lo que percibía vagamente hace unos años y que ya fue enunciado en obras anteriores, adquiere en esta una claridad mayor. Ha ido tomando cuerpo poco a poco, fruto de lentas meditaciones y de vislumbres fugaces, de lecturas y también de encuentros y conversaciones, porque el pensamiento se gesta con los demás, con la comunidad humana que avanza conjuntamente hacia regiones de mayor transparencia. En las páginas que vienen a continuación voy a tratar de compartir esta comprensión que se ha ido sedimentando a lo largo de estos años. En cierto sentido este texto se puede considerar el tercer volumen de una trilogía, siendo el primero El Uno en lo múltiple (2003) y el segundo Vislumbres de lo Real (2007). Ciertas repeticiones no solo son inevitables sino necesarias, porque forman parte del proceso de densificación y clarificación del pensamiento.
Este estudio se sitúa en el ámbito de la fenomenología de las religiones y de la experiencia místico-religiosa. No lo presento dentro del marco de la teología cristiana, sino como exploración en un territorio transconfesional más amplio todavía por indagar, con la intención de favorecer el diálogo sobre lo sagrado (diálogo hierológico) a través de unas claves que permitan comprender el contenido de cada religión en sus diversos niveles de manifestación. La diferencia entre la teología y la fenomenología radica en que la primera sitúa su reflexión y exposición dentro del marco de su propia confesión de fe, mientras que la fenomenología trata de ubicarse en un lugar equidistante que le permita acoger por igual las distintas manifestaciones de lo sagrado.
Mi intención con el presente escrito es ofrecer unas pautas de lectura metaconfesionales que permitan situar los diferentes niveles de manifestación específicos de cada tradición en relación con la Realidad última, con el Ser-más-allá-del-ser que es el mismo que el Ser-más-acá-del-ser, el Deus absconditus presente en todas las tradiciones como horizonte último y primero, el cual se muestra a través de las formas físicas, psíquicas, mentales y espirituales que nos configuran en un proceso continuo de descenso y ascenso, de éxtasis y enstasis, de exitus y reditus, de salida y retorno.
De ahí el título: Perspectivas del Absoluto. «Perspectivas» indica que nos situaremos, por un lado, en el punto de vista relativo, de lo manifestado y de lo múltiple; «Absoluto» (ab-solutum, suelto, independiente, sin restricción alguna, ilimitado) implica que, por otro lado, también tendremos en cuenta el ámbito de lo Inmanifestado y de lo Uno. Desde lo relativo, todo es diverso y esta diversidad es radical e irreductible; desde lo absoluto, todo es Uno, no solo en cuanto todo está en Él, sino también en cuanto todo es Él (en categorías personalistas) o Eso (en categorías apersonales), en un sentido que iremos abordando a lo largo del ensayo.