Tu puedes ser santo, vida de san Josemaría Escrivá de Balaguer
Padre Ángel Peña Benito O.A.R.
INTRODUCCIÓN
La vida de san Josemaría Escrivá de Balaguer es una vida hermosa. Él nos enseña que todos podemos llegar a la santidad, que ser santos no es un privilegio de unos pocos privilegiados, sino un deber de todos.
La llamada a la santidad es universal. Dios quiere que seamos santos. Tú puedes ser santo. Para ello hace falta que tengas una firme decisión y que todo lo hagas con amor y por amor a Dios y a los demás. No hay que hacer cosas raras. Sólo hacer lo ordinario de cada día de modo extraordinario. A veces, es difícil vivir a contracorriente del mundo que nos rodea, pero vale la pena intentarlo. Dios no se dejará ganar en generosidad y nos dará una gran alegría y paz que no se puede comparar con ningún placer de este mundo.
El mensaje de santidad es para todos sin excepción. Y esto, que parece tan cierto y seguro, no todos lo pueden entender. Por eso, Dios manda, de vez en cuando, santos a la tierra para recordárnoslo. San Josemaría fue uno de ellos. Al recordar su vida, vemos que amó con locura a Jesús Eucaristía, a María nuestra madre y al ángel de la guarda. Vivía la comunión de los santos con los hombres de la tierra y con los santos del cielo. Y supo mortificar su cuerpo para poder dirigirlo más fácilmente al servicio de Dios y de los demás, sin dejarse llevar de los deseos y gustos naturales de placer y comodidad.
Él sufrió mucho por tantas calumnias y mentiras lanzadas contra él y la Obra, pero salió airoso con la gracia de Dios y, al final, Dios triunfó en su vida, edificando por su medio el gran edificio de la Obra de Dios, del Opus Dei, al que actualmente pertenecen unas cien mil personas de los cinco continentes.
Ojalá que la vida de san Josemaría te anime a seguir más de cerca a Jesús; y vivas el mundo sin ser mundano, y trabajes en el mundo, no sólo para conseguir cosas materiales, sino para construirte un cielo en el que seas feliz eternamente.
Recuerda: tú puedes ser santo. Dios te ha dado esa vocación desde toda la eternidad (Ef 1, 4).
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