Scott y Kimberly Hahn
INTRODUCCIÓN
Damos gracias a Dios por el regalo de nuestra conversión a Jesucristo y a la Iglesia católica que Él fundó; porque sólo por la asombrosa gracia de Dios hemos podido hallar el camino de vuelta a casa.
Yo, Scott, le doy gracias a Dios por Kimberly, la segunda gracia más asombrosa de mi vida. El Señor la puso a mi lado para revelarme la realidad de su familia de alianza; y mientras yo quedaba extasiado con la teoría, Kimberly la ponía en práctica, siendo el canal para las otras gracias más asombrosas de mi vida: Michael, Gabriel, Hannah y Jeremiah. El Señor se ha servido de todos ellos para ayudar a este inepto detective bíblico («el teniente Colombo» de la teología) a solucionar «el caso del catolicismo» y regresar a casa.
El camino comenzó en verdad como una historia de detectives, pero pronto se convirtió en un relato de terror, para terminar finalmente en un gran romance: cuando Cristo quitó el velo a su esposa, la Iglesia.
(Dicho sea de paso, le será útil al lector tener presente estos tres tipos de relatos cuando vaya leyendo.)
Yo, Kimberly, le doy gracias a Dios por mi amado esposo Scott. Él se ha tomado en serio la llamada del Señor a nutrirme con la Palabra y a quererme por la gracia de Dios ( 5,29). Preparó el camino para que nuestra familia fuera recibida en la Iglesia, y entregó su vida -educación, carrera, sueños- por nosotros, porque quería seguir a Cristo sin importarle el coste.
Al igual que el peregrinaje de Scott, también el mío ha variado de color y tono a medida que progresaba, como el cambio de las estaciones. ¡Qué poco imaginaba yo lo largo que iba a ser el paso del verano a la primavera!