Vicente Hernández García
Su nombre pagano era Relicto
La piedad popular ha tenido a San Cristóbal desde la antigüedad entre los santos más predilectos.
Nuestro santo procedía del mundo pagano. Era hijo de un gobernador de origen cananeo, que mandaba la provincia de Siria, una de las que componían el Asia Menor, dependiente del Imperio Romano.
Su nacimiento costó muchas lágrimas y muchos rezos, porque su madre, de edad avanzada, no había logrado tener descendencia y la pedía a los dioses con una fuerza e ilusión inimaginables.
Siguiendo la costumbre de la época le pusieron cuatro nombres: Relicto, Alfero, Réprobo y Adócimo. Sin embargo, tanto los familiares como sus paisanos le llamaron con el primer nombre y así le llamaremos nosotros hasta que reciba el bautismo y le pongan Cristóbal por la razón que ya veremos.
Relicto, educado en un ambiente pagano, era un joven de aspecto varonil, semblante agraciado y porte majestuoso que especialmente se distinguía por su desacostumbrada corpulencia y colosal estatura.
Crece en un ambiente militar entre armas y soldados. Su padre mandaba un ejército de más de 50.000 soldados que guardaban la frontera del Éufrates. Pero, además, tenía una jurisdicción tan amplia sobre las vidas y las propiedades de sus súbditos que prácticamente se vivía bajo una perpetúa ley marcial.
Cualquier acción, que fuese interpretada como dirigida contra el gobierno, podía ser castigada con severísimas penas como la flagelación, la confiscación de los bienes, la esclavitud y hasta la misma muerte.