Ignacio Iglesias, S.J.
INTRODUCCIÓN
San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, una de las instituciones más gigantescas de la Iglesia, y autor de los Ejercicios Espirituales, sigue vivo y actuando en el siglo XXI, haciendo el bien en todo el mundo por medio de sus discípulos y de sus escritos. Íñigo era un «cristiano del montón», en quien cabían una débil fe, más recibida que personalizada, y una práctica religiosa esporádica, junto con lo que su sociedad ofrecía: «odios y enseñamientos tribales y enormemente permisiva en cuestiones de honor y de sexo».
Una vida sin más horizontes que «las vanidades del mundo», «grande y vano deseo de ganar honra» y la búsqueda del placer. Hasta que, en el fracaso humano de la convalecencia por la herida de bombarda en la batalla, conoce de cerca a Cristo, leyendo la «Vita Christi» del cartujo Landulfo de Sajonia, y decide ser todo de Él y para Él, su Señor. Como complemento, lee la Legenda aurea, del dominico Jacobo de Varazze.
Y encuentra ejemplos de grandes seguidores de Jesús: ¿Qué sería si yo hiciese esto que hizo San Francisco, y esto que hizo Santo Domingo? La respuesta fue el San Ignacio que conocemos: un hombre en busca continua de Dios, un fiel compañero de Jesús, que vio en vida cómo su Compañía se extendía por el mundo y cómo sus Ejercicios llevaban almas a Dios. Fue la obra de Dios en su Iglesia, cuando necesitaba una verdadera «reforma».
Uno de los más prestigiosos conocedores de Ignacio y su obra, el jesuita Ignacio Iglesias, con precisa documentación y abundantes textos de su santo fundador, nos ofrece una obra maestra.
José A. Martínez Puche, O.P.
Madrid, 31 de julio de 2010, fiesta de San Ignacio de Loyola