San Miguel Arcángel de Dios
ALFREDO SÁENZ, S.J.
SAN MIGUEL, ARCÁNGEL DE DIOS
A Mikael, o sea al Arcángel San Miguel, le compete un papel preponderante en los tiempos que vivimos. Tratemos, pues, de desentrañar, a la luz de la Escritura, de la historia, del arte, de la liturgia y de la piedad popular cuál es el oficio peculiar que Mikael desempeña en la economía de la salvación.
Originariamente Mika’él en hebreo, los griegos lo llaman Mi^arjk en la versión de los “Setenta”, y la traducción latina de la Vulgata lo denominó Michael. Su figura, cuyo bosquejo comienza a delinearse en la Escritura, recibió ribetes populares en los escritos apócrifos anteriores a Cristo, pudiendo advertirse cómo, ya en la época de Jesús, Mikael era generalmente considerado como un gran personaje: patrono de Israel, encargado de dirigirlo y defenderlo; jefe de los ángeles y caudillo de los ejércitos del Señor; revelador de los misterios divinos; psicopompo que acompaña a las almas para conducirlas a la presencia de Dios .
La Iglesia, desde la primera generación cristiana, recogió en su seno esta preciosa herencia. En Oriente, Constantino erigió cercade la nueva capital que había hecho edificar, Constantinopla, un célebre santuario que llamó “Michaelion”, cuya dedicación se celebraba el 9 de junio, templo famoso porque allí, según la tradición, el Emperador había sido visitado y curado milagrosamente por San Miguel. Más aún, según la tradición de los griegos, ya en el primer siglo del cristianismo San Miguel había salvado milagrosamente de la destrucción, intentada por los paganos, a un templo suyo situado en la actual ciudad de Khonas. Asimismo atribuían a su intervención milagrosa el origen de varios manantiales de aguas medicinales, honrándolo como a Médico celestial. Lo cierto es que cuando Constantinopla cayó bajo el dominio de los turcos, existían en esa ciudad no menos de quince iglesias consagradas a San Miguel.
El Occidente conoció, desde muy temprano, templos y fiestas en honor del Arcángel. Una basílica suya se levantaba sobre la Vía Salaria, en Roma. El santuario de “Monte Gárgano”, cerca de la ciudad de Nápoles, fue celebérrimo en todo el Occidente por la aparición de San Miguel, ocurrida a fines del siglo V. En Roma, el Papa Bonifacio IV (611-615) edificó sobre la “Moles Hadriani” (hoy llamado “Castel Sant’Angelo”) un templo en honor a San Miguel; y allí mismo, según la tradición, se apareció en 950 el Arcángel para poner fin a una pestilencia que asolaba a la ciudad. Celebérrimo fue también, desde principios de la Edad Media, el santuario de “Mont Saint-Michel”, en Normandía, donde el Arcángel se apareció a S. Auberto, obispo de Avranches. Navarra consideró como una tradición muy venerable la aparición de San Miguel al caballero penitente don Teodosio de Goñi, en el siglo VIII, sobre la montaña de Aralar. En Alemania, ya desde lostiempos de San Bonifacio, muchos montes estaban coronados de santuarios o capillas dedicadas a San Miguel. En Italia sobresale la “Sagra SanMichele” o “SanMicheledelta Clusa”, a 30 kilómetros de Turín. Asimismo el artecristiano mostró sus preferencias por la admirable figura del Arcángel y lo hizo objeto de frecuente inspiración. Sinnúmeras imágenes suyas eran encargadas para iglesias, banderas, escudos, corporaciones, etc. Generalmente lo representó en hábito guerrero, cubierto de armas, blandiendo la espada o la lanza amenazante, y en actitud de hollar con sus pies al dragón infernal. Esta iconografía, que cubre no pocos siglos de historia, llegó también a nuestra tierra, encontrando un lugar preferencial en el arte de las reducciones guaraníticas. Además, el arte tradicional acostumbró representarlo en el atrio de las iglesias –especialmente en las catedrales medievales– teniendo en sus manos una balanza en la que pesa las almas de los difuntos; junto a él solía representar al demonio intentando inclinar la balanza a su favor. En honor del Arcángel nos quedan, también, hermosos himnos que se encuentran, principalmente, en el Oficio Divino. Varios de ellos pertenecen a Rábano Mauro, abad de Fulda.
Gracias por estos libros que nos ayudan en nuestro camino de fe.
Gracias por estos libros que nos ayudan a consider y a amar a nuestra fe.