San Pablo en sus cartas
Mariano Herranz Marco
PRÓLOGO
En la editorial Fe Católica, bajo la dirección del P. Sánchez de León, SJ, y con la colaboración de un pequeño grupo de sacerdotes jóvenes que fueron excelentes alumnos míos en mis clases de exége-sis del Nuevo Testamento, publiqué entre 1974 y 1977 cuarenta pequeños tomos, de 80 páginas cada uno, de una colección titulada Cuadernos de Evangelio. La publicación despertó verdadero interés en el público a pesar de que por común acuerdo nos situamos en un nivel de alta divulgación, por lo cual cuando fue preciso citar palabras arameas o griegas no usábamos los alfabetos correspondientes, sino la trascripción. Citaremos dos ejemplo. El obispo de una diócesis de Honduras suscribió a todos sus sacerdotes a la publicación, y en la carta dirigida al director manifestaba su deseo de que la colección no dejara de publicarse. Cuando, a finales del cuarto año, se comunicó a los suscritores que nos era necesario interrumpir la publicación para dar tiempo a que los colaboradores completasen su formación en Sagrada Escritura, se recibieron muchas cartas en que a la vez se manifestaba el sentimiento y el aliento a reanudar cuanto antes la publicación; y una de estas cartas, muy emotiva y alentadora, era de D. José María García Lahiguera, arzobispo de Valencia.
En efecto, para un justo mantenimiento de la publicación era necesario que todos, mis antiguos alumnos y yo, completásemos nuestra formación en Sagrada Escritura, especialmente en el estudio de los evangelios; y como medida concreta para ello, el mejor camino era que todos estos alumnos, que habían hecho ya en la Pontificia Universidad Comillas su licenciatura en Teología Bíblica, redactasen sus tesis doctorales escogiendo como temas problemas de exégesis en los evangelios o en el resto del Nuevo Testamento. Consecuencia de esta decisión fue que en octubre de 1978 marcharan a Jerusalén tres de ellos para, siguiendo los cursos de L’École Biblique et Archeologique de los dominicos franceses, redactar las tesis doctorales. En cursos sucesivos marcharon a Jerusalén un total de siete sacerdotes de la diócesis de Madrid, la mayoría de los cuales permanecieron allí dos años.
En la década de los 80 casi todos habían presentado su tesis doctoral en Comillas o Burgos. Han pasado los años y de aquel grupo de buenos alumnos míos colaboradores para redacción de Cuadernos de Evangelio dos son hoy arzobispos, Francisco Javier Martínez, de Granada, y Braulio Rodríguez Plaza, de Valladolid; y César Augusto Franco Martínez es ya desde 1996 obispo auxiliar de Madrid. Desde el año 2000 con tres de mis antiguos alumnos, Julián Carrón Pérez, César Augusto Franco Martínez y José Miguel García Pérez, he publicado diez volúmenes de formato mayor en una colección de la más alta y exigente exégesis, a la que puse por título Studia Semitica Novi Testamenti. Estos libros, a pesar de que para una plena inteligencia exigen en el lector conocimiento de las lenguas bíblicas, tenemos testimonios de que pueden ser seguidos también por personas de sana inquietud por el conocimiento de los evangelios aunque carezcan del conocimiento de estas lenguas bíblicas. Todos los tomos de esta colección están dedicados a aclarar pasajes oscuros, o muy oscuros, de los evangelios y las cartas de san Pablo. Por mi parte debo confesar que por el contacto más intensivo que me ha proporcionado la redacción de estos libros me he sorprendido de lo abundantes que son los pasajes oscuros del griego de los evangelios.
Lo que algunos consideran original en el método de estudio que seguimos no es en realidad invención nuestra; ya en la década de 1930 el norteamericano C.C. Torrey y el holandés J. de Zwaan habían manifestado y demostrado su convencimiento de que en los evangelios cuando se tropieza con un pasaje de griego estridente, oscuro o incomprensible es preciso pensar que se trata de la mala traducción de un original arameo. Nosotros lo que hemos hecho y continuaremos haciendo es precisamente reconstruir el original arameo mal traducido y ofrecer de él una buena traducción. Naturalmente lo más costoso es la reconstrucción del arameo que quedó sepultado bajo los escombros de la traducción.
En la colección Cuadernos de Evangelio, durante los dos últimos años, se publicaron una veintena de estudios sobre san Pablo. Algunos de los amigos que siguieron entonces con interés nuestra pequeña publicación, al celebrarse en el año 2008 el segundo milenario del nacimiento de san Pablo, nos han sugerido que haríamos un favor a todos los fieles reuniendo aquellos trabajos y presentándolos, debidamente corregidos, en un volumen. Y se nos recordaba algo que es muy verdad: que la figura de san Pablo ha cautivado siempre a todos los que, por medio de un libro u otro, se acercan a él. Nosotros, como reza el título, lo haremos viendo a san Pablo con su trabajo y su pasión por Jesucristo a lo largo de sus cartas.
18 de octubre de 2007 Festividad de san Lucas
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