Santa Gema Galgani
Padre Basilio de San Pablo
INTRODUCCIÓN
La divina fecundidad de la Iglesia católica tiene una de sus más espléndidas manifestaciones en la canonización de esos hijos esclarecidos suyos que elevados al supremo honor de los altares denominamos “Santos”.
Si al hecho de la santidad se juntan en los siervos de Dios las radiantes manifestaciones de la llamada contemplación distinta, el hecho de su glorificación constituye un nuevo triunfo para el catolicismo, única religión que aparece nimbada con tan refulgente gloria.
Tal aparece en la Historia de la Iglesia el hecho de la canonización de la virgen luquesa de nuestro siglo Santa Gema Galgani.
Cumple recordar que al publicar en 1907 el Padre Germán de San Estanislao, Pasionista, la Biografía de la sierva de Dios Gema Galgani, Virgen de Luca, recibió el público dicha Biografía con una sorpresa rayana en estupor. Eran tan interesantes los hechos en ella relatados, aparecían tan heroicas las virtudes por la santa joven practicadas, resultaban tan extraordinarios los fenómenos místicos a ella atribuidos, que de ser verdad cuanto el Padre Germán, con su doble autoridad de sabio esclarecido y director de la estigmatiza refería, era fuerza concluir que la divina providencia suscitaba en los albores del siglo XX un nuevo faro de santidad, parejo en esplendores con los más señalados que registra la hagiografía en los pasados siglos.
Como quiera, no obstante, que para los católicos sólo existe un magisterio infalible, que es el de la Iglesia, si al leer la Biografía de Gema pudo cada uno de sus lectores inclinarse en uno u otro sentido, y emitir su opinión favorable o adversa sobre la santidad de la joven luquesa, hubieron juntamente de poner todos como salvedad a sus opiniones el juicio que en su día pudiera emitir el magisterio de la Iglesia.
La opinión pública se manifestó casi por unanimidad favorable a la santidad y carismas celestiales de Gema. Aparte la extraordinaria difusión alcanzada por la Biografía del Padre Germán, de la que ¿ en pocos meses se expendieron en Italia más 70.000 ejemplares, siendo al punto traducida al castellano, francés, inglés, alemán, holandés, portugués y hasta al japonés y al chino, las voces que se alzaron de todos los puntos del globo, más bien que de favorables, deben calificarse de entusiastas, fervorosas y emocionantes.
En ese concierto clamoroso figuraban católicos ilustrados, insignes publicistas, sacerdotes esclarecidos, religiosos especializados en teología mística, obispos y arzobispos, y hasta numerosos miembros del Sacro Colegio. El propio Romano Pontífice Pío X, de santa memoria, encontraba muy caras complacencias en su lectura y encargó a su Secretario de Estado felicitara al Padre Germán por haberla publicado.
Era natural, dado lo extraordinario del caso, que no faltaran junto al coro de alabanzas a la virgen de Luca voces discordes, cuando no abiertamente hostiles. Para muchos no aparecían del todo claros los fenómenos místicos de Gema; para otros no bastaba el testimonio de un solo escritor, aun siendo tan esclarecido como el Padre Germán, para admitirlos, y hasta para algunos más avanzados tales carismas deben quedar relegados a la historia de la piedad, sin que pueda defenderse su realidad objetiva entre los esplendores de la civilización y la cultura del siglo veinte.
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