Santo Rosario de Josemaría Escrivá de Balaguer
San Josemaría Escrivá de Balaguer
Como en otros días – Lepanto!-, ha de ser hoy el Rosario arma poderosa, para vencer a los enemigos de la Santa Iglesia Romana y de la Patria. Desagravia al Señor, ensalza con tu lengua a su Madre: reparación pide tu Dios, alabanzas de tu boca, porque -y son palabras del Soberano Pontífice, a su Guardia Noble, el último día del año 1944- “la hostilidad de los enemigos de Cristo y de la Iglesia tuvo en todo tiempo a su servicio no solamente las críticas malévolas y los asaltos vehementes, sino principalmente las calumnias venenosas, las insinuaciones cautas y los rumores vagos y anónimos, hábilmente difundidos, que no pocas veces sorprenden la buena fe, incluso de algunos cristianos ignorantes o crédulos”. Saeta que hiere es la lengua de ellos, dice Jeremías (IX, 8). Ojalá sepas y quieras tú curar esas heridas, con esta admirable devoción mariana y con tu caridad vigilante.
En el Santuario de Fátima, día 6 de febrero de 1945
El rezo del Santo Rosario, con la consideración de los misterios, la repetición del Padrenuestro y del Avemaría, las alabanzas a la Beatísima Trinidad y la constante invocación a la Madre de Dios, es un continuo acto de fe, de esperanza y de amor, de adoración y reparación. Josemaría Escrivá de Balaguer. Roma, 9 enero de 1973.
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